He de decir ante todo,
que Don Saulo es mi tormento:
Pepito Grillo a su modo
transformado en alter ego.
Es de su afán literario
de lo que más queja tengo:
que non me deja a diario
de dar la lata el pendejo.
En cuanto que me descuido,
atácame el interfecto,
y en mi mente sus versillos
aparecen al momento.
Los mis dedos corren solos
é las teclas aporreo,
gobernado por su antojo,
enmimismado è poseso.
Es el tal Saulo - por tanto -
aunque en mi mente se alberga
a la par mi risa è llanto,
è causa de mil refriegas.
Es Don Saulo, ya decía,
nacido en mi mesmo sitio.
Mas non en mi mesmo día,
pues nació ya crecidito.
A Don Tiago(*) apuntaría
como prencepal culpable
de su aparición tardía.
(más valdría nunca que tarde)
Todo empezó cual suceden
casi siempre aquestas cosas,
que a furtadillas crecen
cual camada de raposas.
Ahora parar ya non puedo,
pobre è mísero de mí,
a este paso habremos duelo
pues éste será mi fin.
Cada día crece è crece.
Non descansa el malandrín;
que su coplilla embelese
de celos me mata a mí.
Yo que dél quiero librarme,
cada día veo más fuerte
al enemigo encontrarse
è a este paso me da muerte.
Mas Don Saulo, aquí prometo
romper la dicotomía:
en este mesmo soneto
yo me saldré con la mía.
Aquí termino el prefacio
desta relación extraña,
que es prólogo necesario
para entender tal maraña.
Don Tiago: apreciadísimo amigo de Don Saulo è mejor poeta
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