viernes, 4 de noviembre de 2005

Hestoria de engenua filla por grana capuz tocada

(sepiensa.org.mx)

Érase una vez que había
junto a los bosques, un lar
do una fermosa chiquilla
moraba con su mamá.

Tuvo a bien la suya madre,
pues non les sobraba ropa,
con unos viejos retales
facerle una capa roja.

Cuando corría fermosa
entre los robles è tilos,
"Es Caperucita Roja"
- se admiraban los vecinos.

Un día, que Caperucita
correteaba en su jardín
entre las flores jugando
en su inocencia, feliz,

oyó a su progenitora
llamar desde las cocinas
è fue hasta allí sin demora
por saber lo que quería.

"Por hoy se acaba la fiesta
que has de facerme un recado"
- dijo tomando una cesta
è colgándola en su brazo.

"En aquesta cesta tienes
una pequeña merienda,
con pasteles, miel è leche
que has de llevar a tu abuela.

Mas non cruces por el bosque.
Toma el camino que lleva
entre tilos è alcornoques
cual si fueras a la escuela."

Arrugó el ceño la niña,
pues el camino era largo
è como jugar quería
pensó tomar un atajo.

Internándose en el bosque,
la enfanta correteaba.
Iba recogiendo flores
con las que un ramo formaba.

Era tal su destracción,
que iba olvidada de todo
y en la cuenta non cayó
de que la seguía un lobo.

Apareció de repente,
en cerrándole el camino.
Astuto cual una sierpe
aquestas palabras dijo:

Foto: Eugenio Recuenco(http://www.gianfrancomeza.com)

"¿Do vas tú, Caperucita,
con esa fermosa cesta?"
"Do mora la mi abuelita,
por darle la su merienda"

"Habemus nieta è abuela"
-tragó saliva el bribón-
"en ganando las dos presas
nueso ayuno se acabó.

"Fermoso ramo, a fe mía
el que lleváis a la anciana.
Del río, en la otra orilla
vi un narciso esta mañana."

Despidióse así el rufián
è corrió sin darse tregua
para al enstante llegar
a la casa de la abuela.

Mientras tanto, la inocente
demoróse un poco más
recorriendo la corriente
en su búsqueda floral.

El lobo llamó a la puerta
de la infortunada anciana
è fingiendo ser su nieta
tocó suave en la aldaba.

-"¿Quien llama?"-"Caperucita"
- dijo con voz simulada -
"Pasa, mi nieta querida,
estoy enferma en la cama"

Entró el lobo. En un enstante
devoró a la pobre abuela
entre sus enormes fauces
è disfrazose de ella.

Llegando a casa la niña,
encontrose a un cazador,
que dijo: "Caperucita,
¿has visto al lobo feroz?"

"En el bosque, hace un momento,
vi a un lobo cerca de aquí.
Mas parecía un lobo bueno,
muy correcto è muy gentil"

Marchó el cazador aprisa
preparando su escopeta
è al poco, Caperucita
llegó a casa de su abuela.

Llama bajito a la puerta:
"Soy Caperucita, abuela".
"Pasa, querida está abierta,
¿Me has traído la merienda?"
(www.gslis.utexas.edu)

Se acercaba la enfeliz
hacia el lobo sibilino
mas non pudo reprimir
parándose en el camino:

"Oh, abuelita cuán grandes,
è cuán peludas è negras
de tu gorro sobresalen
enhiestas tus orejas"

"Son por escuchar mejor,
querida Caperucita,
vuesa cantarina voz
que nos colma de alegría"

Non bien un paso se acerca
hacia la cama la enfanta
è de nuevo para en seco
inquiriéndole extrañada:

"Sobrecógenme esos ojos
de tan brillantes pupilas"
"Brillan" - le responde el lobo
"por veros tan bien crecida."

Aún se acerca temerosa
è llegándose a la cama
le pregunta temblorosa
a la venerable anciana:

"Abuelita, sobresalen
de su boca unos caninos
que en mi egnorancia se antojan
puñales de doble filo"

En aquesto salta la fiera
sobre la pobre chiquilla
è de un bocado se aprieta
a cesta è Caperucita.

Hay quien dice que después
alertado por los gritos
vino el cazador aquél
è tal entuerto desfizo.

Otros dicen que se escucha
aún al lobo feroz
que por las noches aúlla
de tan grande endigestión.

È quien jura que en tal cuento
falta una escena de cama
è que non es tan cruento
salvo a oídos de las damas.

Como sea: si en un bosque
vuecencia a un lobo encontrara,
dónele el ramo de flores
è corra llamando a un guardia.

(espanol.geocities.com/renaultoriginal/varios/curiosidades)

miércoles, 19 de octubre de 2005

Crónica de una Puercopa anunciada II Parte




Ya se reanuda el encuentro,
pero aquí se vino a ver
que para hacer un buen juego
lo mejor es non beber.

Coge el balón un Gafotas.
A todos se regatea,
tira a puerta la pelota
è se va hacia la nevera.

Sacan los Tontos del centro;
el mejor lleva el balón.
Queda solo ante el portero,
pero sufre un resbalón.

Ahora los Gafotas sacan,
è tres cuartos de lo mismo:
esquivadas las patadas
meter el gol fue sencillo.

Los porteros, a por uvas,
pero de las de Dionisos;
si en los corners los empujan
destilan litros de vino.

Los defensas, a la sombra,
facen castillos de latas
é las tiran entre bromas
al delantero que avanza.

¿Delanteros? Sin problemas,
aunque sin respiración.
Bombona oxígeno a cuestas
van persiguiendo al balón.

Sujetándose un costado,
un defensa de los Tontos
mete un fuerte pelotazo
con la canilla hacia el fondo.

¡Gol de nuevo! una ovación
arranca de la parroquia,
mientras el su corazón
se le escapa por la boca.

Un Gafotas, despistado,
va a la banda maldiciendo
è pregunta al colegiado
si vio un hígado corriendo.

Por fin, alguien responsable:
un defensa Tontorrón
se acerca a la banda: "¡Padre,
deme ya la extremaunción!"

Menos mal quen este juego
cuando te han metido gol,
te toca sacar del centro,
è flaca es la oposición.


El que más se desespera,
el que pide el cambio ya,
es el marcador, pues lleva
más labor que los demás.

Ocho a ocho, rumorean
público è animadoras
que han perdido ya la cuenta.
Los otros piden la hora.

Susana pita el final.
É se monta en la nevera
una melé criminal
que disuelven con manguera.

Con lágrimas en los ojos
agradecen se termine
egual Gafotas que Tontos,
entre jumeo de tachines.

La anfitriona, todo estilo,
les ofrece su piscina.
Mas les recuerda: prohibido
mezclar aguas cristalinas.

"¡Que ni el cuerpo de bomberos!"
- chillan las animadoras
mientras quedan casi en cueros
Tontorrones è Gafotas.

El deporte es muy cansado.
Ahora hay que recuperar
los líquidos que han gastado.
(A Coro):"¡Vamos al bar!"

En fin, fue competición
de beber más que partido.
Sólo hubo una lesión,
é algún fígado perdido.

A Don Saulo le tomaron
juramento de glosar
el partido, acorralado
contra la barra del bar.

È como Saulo es así
è un pacto entre caballeros
nunca deja de cumplir,
este lance está resuelto.

martes, 18 de octubre de 2005

Crónica de una Puercopa anunciada I Parte





Gafotas è Tontorrones,
a la hora convenida,
se presentan en calzones
en el campo de María.

Son las cinco de la tarde,
el sol inclemente azota.
Remolonean pues nadie
quiere salir de la sombra.

Pelotean sin descanso.
"Sólo para calentar"
-dice Carlitos a Saulo-
como si pudiera helar.

Dos horas dando patadas
a la maltrecha pelota
que dejan casi agotadas
cervezas è cocacolas.

Van de grana los Gafotas,
mas juegan sin anteojos,
è se pasan la pelota
tirando hacia el bulto rojo.

En cambio, los Tontorrones
van vestidos a su aire
con tal mezcla de colores
que non los distingue naide.

Dicen las animadoras
Que ellas van uniformadas:
que debajo de la ropa
non lleva nenguna nada.
Entre el público presente,
la nenita de Raúl,
Don Ángel, el disidente,
è quien imaginas tú.

Al fin comienza el encuentro.
Marca Susana el inicio,
vestida para el evento
fashion, provista de pito.

Es la anfitriona invitada
a facer saque de honor,
que resuelve con patada
que casi le da al balón.

Acto seguido se lanzan
los dos equipos a fondo,
esquivando tarascadas
entre las nubes de polvo.

Lleva el equipo Gafotas
el balón en montonera,
que non se ve la pelota,
tal es el bosque de piernas.

Corre el Ciego por la banda
esquiva una entrada, dos,
se la pasa al Antiparras,
y el Lentillas marca ¡gol!

Uno a cero. Ya se oyen
desde el equipo contrario
cómo se elevan las voces:
"¡el árbitro está comprado!"


Pero de nuevo la suerte
de los Gafotas arrecia:
un balonazo en la frente
fue remate de cabeza.

¡Dos a cero! ya se impone
la gran superioridad
que el eqipo de la ONCE
muestra sobre su rival.

A todo esto, Don Saulo
-que ejerce de utillero-
cuida de que demasiado
non se derritan los hielos.

Si se enfría una cerveza,
raudo parte a vaciarla
non sea que la nevera
se constipe de albergarla.

Llega el tercero: un defensa,
resbala con el sudor
è un Gafotas aprovecha
para marcar otro gol.

Ya llevamos diez menutos,
è por encima del barro
alguno de los Gafotas
la su lengua va arrastrando.

"¡Vaya comienzo explosivo!"
-se comenta en la parroquia-
"veremos si éste excesivo
esfuerzo no se les nota."

Dicho è fecho: a un Gafotas
que la su lengua arrastraba
le han quitado la pelota
è ya corren por la banda.

Chuta el Tontorrón al centro
con tal suerte que se cuela
entre los pies del portero
que no ha cerrado las piernas.

¡Tres a uno! los Gafotas
están pagando el esfuerzo,
è si viene la pelota
más de uno se hace el muerto.

Una liza en la defensa
deja a Don Pablo Fernández
con una herida de guerra,
manando abundante sangre.

Mira que lo dijo Saulo:
estos juegos de balones
terminan, amigo Pablo,
entre heridas è dolores.

Se produce una refriega:
luchan contra el utillero,
que protege la nevera
del acoso de los perros.

Siete cervezas después
vuelve a iniciarse el encuentro,
dejando al herido aquél
en el banquillo por muerto.


Siguen los Tontos su racha:
meten un gol por arriba
cuando el portero se agacha
a recoger sus lentillas.

Al poco, sacan un córner.
("desquina", dí el colegiado)
Lo sacan los Tontorrones,
è meten gol con la mano.

"Pero... árbitro, ¿estás ciego?"
- tienen guasa los Gafotas -
A lo que responde:"¡Quietos,
o saco tarjeta roja!"

Antes de que caiga el cuarto,
¡Fin de la primera parte!
É se van hacia el descanso
contentos con el empate.

Es ahora la nevera
la que sufre los horrores
de tremenda montonera
de público è jugadores.

Agotadas las cervezas,
le piden a la anfitiona
que rellene la nevera
de ginebra è cocacola.

"Hay cerveza sin alcòl"
-vocea al fondo el Tío Saulo-
mas le responden: "mejor
cubatas en vaso largo"

Perdida ya la amistad
al ataque sin vergüenza
se lanzan sin pestañear
amigos desde la escuela.

"Venga, señores, dejemos
por un momento el alpiste
ì el encuentro continuémos.
Non quiero que se despisten"

Esto decía Susana,
de colegiado investida
pero la miran sin ganas,
enganchados a las birras.

¡Sus è al árbitro, manteallo!
se oye una voz familiar.
El tal Saulo así a logrado
otra birrita alcanzar.

Al fin entre hipos i eses
se deciden a empezar
aguarden vuesas mercedes
que el cuento continuará.


FIN DE LA PRIMERA PARTE

jueves, 13 de octubre de 2005

Avance de la Puercopa

Dentro de las coplillas famosas, se impone la reedición de la serie dedicada al partidillo de la renombrada Puercopa de fútbol.

www.efdeportes.com



Con ilusión lo esperamos.
Ya el partido se demora.
Los grupos están formados:
Tontorrones è Gafotas.

Don Álvaro, intrépido è bravo,
- que es quien todo lo organiza -
a su Gafotas amado
exhorta para la liza.

Él sólo en líder se erige
desafiando al destino
que le reserva un esguince
como la copa de un pino.

Por tanto no es menester
que se le apliquen con fuerza:
¿Quién quiere penalti hacer
si la lesión está en puertas?

No saldrá incúlome - digo -
la región canicular
de los hados, el destino
è patada por detrás.

Me refiero - ¿en qué pensaban? -
a una de sus canillas.
que ya veo que asociaban
'canículas' con 'canicas'.

Preparen, pues, un reserva
que faga de capitán
cuando al banquillo se vuelva
Don Álvaro a reposar.




Verán jugar a Don Saulo:
(con los palillos del bar,
pues él prefiere un buen trago
a patada por detrás.)

Mas comprendan a su amigo,
que non encuentra placer
en, con diez en calzoncillos,
tras de una bola correr.

Además, mucho me temo
que tendremos que llamar
a ambulancias è galenos.
Cuenten con èl para tal.

Ya que a cuantos no sabemos
esta vez sucederá
que se encuentren afectados
por la amnesia habitual,

tras el memorable duelo
un cronista es menester,
para que recuerden luego
las peripecias de ayer.

Aquí encontrarán de nuevo
a Saulo, el de Calzasverdes,
el ensigne coplillero
de los nuesos quehaceres.

Resumiendo: por un tubo
Están previstas lesiones,
porque patada es a fútbol
como ladilla a ...

Saulo



"¡Ave negra de mal agüero!
me predecís una lesión,
pues yo auguro en vuestro agujero
entrada de martillo pilón.

Aún estais a tiempo,
poneos las katiuskas
y dad a la gente ejemplo
de vueso arte, digno de Puskas

Déjanos ser testigos
de vuesas deportivas proezas
y luego como amigos
tomemos las cervezas"

Álvar.



Ferenc Puskas (www.probertencyclopaedia.com)

¡Oh, Don Álvar de Rodrigue!
¿Tanto mal os deseáis?
¿Vos, de Gafotas el líder,
a que juegue me animáis?

Antes martillo pilón
insertado en esa parte
que Saulo con el balón.
Es lo que he de desearte.

É por vueso bien lo digo,
pues si tocara balón,
perdería a mis amigos,
amén de escupir pulmón.

De joven ya era yo
campeón de llevar agua,
del banquillo morador,
adalid de la toalla...

Cuando los niños echaban
a pies a quien escogían
al último que le tocaba
se hacía la piesectomía.

Es mi estilo, enconfundible:
tal mi expresión canillar,
que de tal irrepetible
el resto se iba a mear.

è mis carreras graciosas,
trotecillos por la banda,
dejarán por salerosas
a de un asno viejo nalgas.

Eso si, con el balón
dejo las bocas abiertas,
pues cuando apunto a un farol
se defenestra una vieja.

Ruego, por tanto, non pongas
a Don Saulo en ese brete,
si no queréis que el Gafotas
pierda cero a diecisiete.

lunes, 26 de septiembre de 2005

Carreras è carruajes





Ya fue hipólito DonSaulo
de las huestes macedonias
a las órdenes del Magno
compartiendo sus victorias.

Èl salió de Cartagena
cabalgando junto a Aníbal
que elevó hasta la leyenda
su invicta caballería.

Fue un equites de Julio,
auriga de Belisario,
desde Hispania hasta el Danubio
a los bárbaros frenando.

Junto a Eutiquio muchas veces
venció con los Verde Puerro
recibiendo los laureles
de manos de El Carnicero.

En día que Justiniano
el hipódromo cerró
en la dorada Bizancio,
el tal DonSaulo emigró.

A lomos de un dromedario
tras cruzar la ardiente Arabia
lloró a su pobre Carthago,
í entró con Tarik a Hispania.

En Córdoba la Sultana
desfrutó de los serrallos,
su Biblioteca è sus cuadras
de magníficos caballos.

Después de los bereberes,
è antes de lo de Boabdil,
cabalgó junto a las huestes
del famoso Mío Cid


Tras la gesta de Colón
cruzó el mar hasta las Indias
è al continente llevó
la nueva cabaña equina

Sacó fruto a la afición
en tiempos de los torneos
è alguna vez conquistó
de noble dama el pañuelo

Fué más tarde campeón
en los Campos Elisèos.
(hasta la Revolución,
que anuló tales eventos)

Él desputó algunos Derbies
desde Liverpool a Londres
para placer de las ladies
è ruina de algunos lores.

Llegado el tiempo de Fangio,
de Agostini, de Angel Nieto,
decidió mudar Don Saulo
hacia el caballo de fierro.

En Silverstone, Nürburgring
en Magny-Cours o Estanbul,
en Monza,Spa, Hockenheim
Imola o Kuala Lumpur,

ha gozado el perillán
la su frenada apurando,
achuchando en la chicán,
hasta la bandera a cuadros.

È al egual que es Montecarlo
el circuito más famoso,
hoy reconoce Don Saulo
que no hay nadie como...




miércoles, 21 de septiembre de 2005

De la nuesa visita a Manzanares del Real










Fui con mi filla ì esposa,
mi cuñada è mi sobrino
a visitar de mañana
la villa de los castillos.

Manzanares del Real,
villa de rancio abolengo
que el Marqués de Santillán
honrase con su gobierno.

Su lago es de limpias aigüas
è rodeado de flores.
(sintió prisa en mi cuñada
por facer aigüas menores)

"Veamos la fortaleza,"
-dio la mi esposa en fablar-
"Do habitó en la Edad Media,
el prohombre Santillán."


Qué tapices, qué belleza,
è cuan antigüos salones.
(¡Por cuan angosta escalera
bajé de los torreones!)

Las pétreas armaduras
bruñidas nos saludaban.
(A admirar sus partes duras
dedicóse mi cuñada.)

-"¡Voto a Bríos!" -dijo ella
de su dureza prendada.
(palpando dèsa faldilla
do colgaban la alabarda)

"Si aquestas son las faldillas,
¿cómo es la cota de malla?"
(palmeaba la muy pilla
è sus ojos bizqueaban)


Por almenas sube è baja;
ficimos retratos mil
en el scriptorium mapas
fabía en román paladín.

Fue al terminar el periplo
do dimos cuenta temprana
de cervezas é de tintos,
è callos con pan de hogaza.

"¡Por fambre me vendería!"
-afirmaba la mi esposa-
"Busquemos hospedería
donde resolver la cosa."

Fuimos, mas con tal desgracia
Que llegados a taberna
Nenguna caía en gracia,
O la demora era eterna.

-"Aunque por Dios sea maldito
Ya que hoy es Viernes Santo,
me comería un cabrito
con tal de no esperar tanto"

Cuando acabose la espera,
rugían nuesos enfantes:
-"¡Comida-merienda-cena!"
jalando como feriantes.


El vino, agrio è agüado.
El cabrito, burra vieja.
Ojalá hubieran pasado
por aigüa aquestas mollejas.

Cuán ensulsa la ensalada;
los dulces, de pura cera;
la morcilla, mala è cara;
faltó al licor la hospedera...

Pero sí llegó a su tiempo
la misiva con la cuenta.
Fice mil è un aspavientos,
hasta lloré a la mesera:

"¿Cien maravedís demandas?"
-en blanco puse los ojos-
"Si non hemos roto nada..."
-despedíme de mi oro

Dejóme la bolsa flaca
quedó mi panza vacía.
Del mal trago de pagalla
pasé dolor de barriga.

En tomando el carruaje
a toda prisa partimos,
non fuera que otro desastre
nos deparara el destino.



Escuchad mi moraleja:
Si visitáis Manzanares,
no olvidéis facer reserva.
primero, en un restaurante.

viernes, 16 de septiembre de 2005

Del tal Saulo patinazo


Se me ocurre esta coplilla
para asín poder glosar
este dolor de costillas,
que saqué de patinar:

Iba Don Saulo contento,
a su filla acompañando,
a patinar sobre el hielo
más eluso que abrigado.

Creíase el interfecto
con su juvenil talante
que su físico era eterno
è aún exento de achaques.

Calzáronse los patines
que demostraron ser más
torturadores perniles
que botas de patinar.

Salieron al hielo ufanos:
allá va Saulo faciendo
aspavientos con los brazos
como molinos de viento.

Decíale a la su filla:
"dame la mano non sea
que te caigas, hija mía,
en esta resbaladera"

Mas el destino, cruento,
se encargó de demostrar
que del citado sustento
él necesitaba más.

La su filla, escopetada,
sale al instante al albero.
Patina como una bala
dejándole boquiabierto.

Por tanto, el de la perilla
ha de tirar de coraje
è se lanza a perseguilla
iluso cual kamikaze.

¡Albricias! lleva tres metros
è aún continúa en pie
deslizándose en el hielo
tan ligero como un buey.

"¡Cuidado!"-escucha a su lado
è pasa como un cometa
su filla, que ya le ha dado
a la pista cinco vueltas.

Se pica:"¡No ha de quedar
en entredicho mi hombría!
¡Que non me pueda tachar
de cobarde la mea filla!"

Furioso mueve los brazos,
è más parece que rema
que patina mi buen Saulo
iniciando la carrera.

Un patín se queda atrás
è con patético gesto
en el hielo viene a dar
con sus miserables huesos.

"Non pasa nada, a cualquiera
se le escapa una caída"
- piensa mientras observa
de reojo a la su filla.



"Papito, ¿te has hecho daño?"
- pregunta muerta de risa -
"No, amor, estaba probando
si estaba fría la pista.

È has de tener cuidado,
non te vayas a caer,
pues según he comprobado,
está bien fría, pardiez."

Tras sacudirse la nieve
de pantalones è guantes
se despone el inconsciente
a hacer gala de su arte.

Non bien acaba una vuelta
cuando...¡otra vez al suelo!
Tras cómica pirueta
tirado acaba en el hielo.

Esta vez, más precavido,
sólo mira de soslayo
è vuelve a ver a su filla
que se revuelca a su lado:

"Papi, se hace de pié"
- regocíjase tunante -
"¿No te puedes sostener
levantado ni un instante?"

Don Saulo suda de firme.
Embutido en mil ropajes,
endereza los patines
intentando levantarse...

¡Volantín è pirueta!
Cual acróbata de circo
sube al tiempo las dos piernas,
aterrizando de pico.

Cuando al fin se pone en pie,
decide: "doy otra vuelta
è me siento junto a aquél
que se ríe de mis penas"

Ya toma velocidad.
Lanzado va por la pista,
cuando le vuelve a pasar
que un patín se le despista.

Bruscamente gira el cuerpo
para evitar la caída
è que su filla, de nuevo,
se desternille de risa.

Entonces llega el crujido
a la altura del costado.
Don Saulo piensa: "Dios mío,
¿porqué me has abandonado?"

El dolor llega al instante,
como el trueno tras el rayo.
Saulo palpa con los guantes:
"El costillar me he quebrado"

Como no ha caído al suelo,
lo da por bien empleado
por no acabar en el hielo
a la audiencia deleitando.

Tieso cual palo mayor
se dirige a la salida
sin mirar alrededor
ni facer caso a su filla.



Se derrumba en el asiento
palpándose el costillar
sin que se le escape un gesto
con tal de disimular.

"Muerto soy, dèsta me entierran"
- rumia para sí el finado -
"Lo que non sufrí en la guerra,
agora lo estoy pagando."

Ya sentado è sin resuello,
sigue observando a su filla
que se mueve por el hielo
cual en mar la pescadilla.

De vez en cuando le mira,
le sonríe è le saluda.
Devuèlvele la sonrisa
el buen Saulo mientras suda.

Por fin se acaba el tormento,
è ya es hora de comer.
"Por mi, tomaría ungüento
de arnica" - discurre él.

Llegado hasta el su castillo
se derrumba en la butaca
mientras piensa: "Estamos listos,
ahora empezarán las guasas"

En efecto, todo el mundo
o le recuerda la edad
o le dicen que es un burro
por ponerse a patinar.

Él protesta: "Me hice daño
mas fue por non ir al suelo
è aún me sobran redaños
para ententallo de nuevo"

Mientras masculla entre dientes:
"Irá el próximo día
Santa Rita de los Peines
a cuidar a la chiquilla."

martes, 13 de septiembre de 2005

De Don Tiago en el castillo





Ya va Don Tiago emergiendo
desde su oscura morada
hacia el mesmísimo cielo,
lugar que Saulo le guarda.

En homenaje a ese ingenio,
que hoy lo mesmo es espada
que mañana risa è juego
è pasado es almohada,
les publico aquí este cuento.

A esta hestoria emaginaria
diòme pie face algún tiempo
mi DonTiago, una mañana
al contarme que a un evento
en Real Castillo marchaba.

Desculpad si, como siempre,
el tal Saulo emprovisaba
è su lengua de mil sierpes
a menudo se liaba.


(salamancaturismo.com)

Aventuras de Don Tiago
en el Castillo del Buen Amor


Fueron Don Tiago i esposa
- incitados por su hermano -
a Salamanca la Hermosa,
patria del ínclito Saulo.

Decidieron hospedarse
en un cercano castillo
donde habrán de disfrazarse
con ropas de corte antigüo.

Las dijeron: este sitio
solo tiene luz de velas
ya veréis que divertido:
como la antigua realeza.

Bajo la luz de la luna
detienen el carruaje.
Escudriñan la penumbra:
¡alguien se sube al pescante!

Tras una capa iba oculto
de color endestinguible,
enano, feo è chepudo,
de noche, casi envisible

Como por arte de magia
saca un candil encendido
que estaba oculto en la capa
(¿será por el calorcillo?)

Con extraña reverencia
a Doña Mari se acerca
intentando abrir su puerta.
Ella el seguro bloquea.

Se emboza tras la capucha,
mas a la luz de la vela
una ausente dentadura
de grandes encías muestra.

(www.dvdbeaver.com)

Despues de la extraña mueca
a modo de bienvenida,
inicia otra reverencia
è andando hacia atrás recita:

"Su señoría descienda
tranquila del carruaje
que aunque bien feo mi menda
nunca se ha comido a nadie"

Baja Doña Mari al rato,
temblando cual flan de huevo
y entre dientes mascullando:
"pues sí que es feo el portero"

"A su servicio, soy Aigor.
Permítanme su equipaje."
(Abre el portón mi Don Tiago
è se lo alarga al instante)

"Síganme ustedes" - afirma
arrastrando las maletas -
mientras Don Tiago patina
por el barro tras la vela.

Un trueno estalla en el cielo,
mas no amenaza tormenta.
Doña Mari, del estruendo,
le salta a Tiago a la chepa.

Así van cruzando el foso:
primero, pasa la vela;
detrás viene el mayordomo
arrastrando las maletas;

mas atrás, formando un grupo
de curiosa silueta
vienen Tiago è Doña Mari.
(esta última, en su chepa)

Golpea el enano la aldaba
y en el vacío resuena.
Chapoteando en el fango
nuesos amigos esperan.

Un crujido a yerro viejo
terminado en fuerte golpe,
acompañado al momento
con el chirriar de los goznes

anuncian a los calados
que van a ser recibidos.
Ambos avanzan temblando
por el tal Aigor seguidos.

La luz de los candelabros
arroja luz sobre el hall,
tan grande como un estadio
è frío como glaciar.

Entre las sombras cambiantes
por efecto de las llamas
que el viento mueve, constantes,
creyó ver Tiago fantasmas.

Da codazos a su esposa,
que en su chepa sigue izada,
y que a este paso le ahoga
a su pescuezo aferrada.

"Bájese ya, mi señora,
è non tema a los fantasmas.
Son sólo unas pocas sombras
acuciadas por las llamas."

Desciende Mari, despacio.
È por fin suelta su presa
de la garganta de Tiago,
que medio ahogado boquea.

Según pone un pie en el suelo,
de entre las danzantes sombras
emerge, de carne ì hueso,
lo que parece una moza.

(www.notodohoteles.com)

Del corpiño medieval
el pecho escapar intenta.
Luce un blanco delantal
è la cabeza cubierta.

"Muy buenas noches, señor.
Les echábamos de menos.
Síganme hasta el torreón,
do se encuentra su aposento"

Entrégales un candil:
"Non vayan a tropezar.
La escalera tiene mil
escalones, nada más."

Sube la moza primero,
Doña Mari la siguiente,
Don Tiago toca el trasero
de su esposa, con su frente.

Aún se alegra: "menos mal
que no puede con las piernas
o acabaría por dar
su talón en mi entrepierna"

Cierra el séquito, ascendiendo
el chepudo maletero
que arrastra entre juramentos
las maletas por el suelo.

Cuando llegan al final
del angosto torreón
amenaza clarear.
Exahustos están los dos.

"Su aposento" - dí la moza
entregándoles la llave
de puro yerro, herrumbrosa
que pesa doze quintales.

Don Tiago mete la llave
mientras piensa: "¿para qué?
por la cerradura cabe
hasta mi esposa de pie"

Aigor suelta las maletas
según entran en la sala
è se marcha con su vela
sin decir una palabra.

La moza - y su mostrador -
les dice: "cierren la puerta
cuando estén dentro los dos,
è non abran si golpean."

Por tan extraña advertencia
iba Tiago a preguntarle
pero al irse a dar la vuelta
allí non quedaba nadie.

Se acerca a las escaleras,
escudriñando el vacío
mas ya non se ve la vela
ni se escucha ningún ruido.

www.notodohoteles.com

Se vuelve al cuarto extrañado,
do Doña Mari le espera
sujetando el candelabro
pegada a la misma puerta.

"Tia-ago" - balbucea la pobre -
"He visto moverse algo"
"Serán las sombras" - responde
poco convencido Tiago.

Avanza con gran cautela
intentando eluminar
la habitación con la vela.
Da dos pasos, nada más.

Al instante, suena un ruido
como si alguien corriera.
Pensó - "quizás sea un chiquillo
que está jugando ahí afuera"

Toma a Mari de la mano
elevando el candelabro.
Ahora, que está iluminado,
non parece tan macabro:

La sala es espaciosa.
Las paredes de sillar,
el suelo de pura losa
pulida por el pasar.

El techo queda tan alto
que sólo ve, bizqueando,
un poco de artesonado.
Parece labrado a mano.

A su espalda está la puerta.
Junto a ella, un escritorio
de apolillada madera
do escribieron El Tenorio.

A su izquierda hay un tapiz
gótico, si no es más viejo,
en el que se ve un jardín
è alguien bailando en el centro.

A su diestra, una ventana.
Más diría, un agujero.
Es más estrecha que alta;
el muro es de metro y medio.

Frente a ellos, aunque lejos,
está la otra pared
más o menos a diez metros,
y una cama con dosel.

Temblorosos se aproximan
y a medida que se acercan
observan que las cortinas
del dosel cuelgan ligeras.

Tanto, que el aire las mece
cual si alguien las moviera
Tiago dice: "Me parece
que es el aire que se cuela."

Mari le clava las uñas,
clavada ha quedado al brazo
y con tal fuerza le estruja
que hasta el hueso han alcanzado.

En ésto estaban los dos,
llegándose con sigilo
al su tálamo de amor
cuando se escucha un gran ruido.

Al dosel se precipitan
sin volverse ni a mirar.
Atraviesan las cortinas
que se abren al pasar.

Caen en un lecho mullido,
de gran altura y tan blando
que quedan del todo hundidos
en una trampa atrapados.

Tiago intenta levantarse
Mari, histérica patea.
pero la mullida carcel
impide que ambos se vean.

(www.notodohoteles.com)

Separados por quintales
de lanas y de algodón,
ambos intentan zafarse
del abrazo del colchón.

Por fin Tiago se incorpora
separando las cortinas.
Se cerró la puerta sola,
tal fue toda la desdicha.

La maleta aún espera
junto a la puerta cerrada
y con la luz de las velas,
parece cual si bailara.

"Vamos a abrir la maleta"
- dice mientras da la mano
a su esposa que aún se encuentra
en el hoyo, braceando.

Con grandes pasos se acerca.
"¿Quien dijo miedo?" - sacando
pecho como una estanquera
de Fellini va avanzando.

Tira del asa con fuerza,
mas no se mueve ni un palmo.
"¿Que has metido en la maleta?"
- inquiere a Mari, gritando.

Mas la respuesta non llega,
è Tiago se está cabreando
"Que ¿qué has puesto en la maleta?"
repite Tiago, gritando.

Ve que Mari está muy quieta.
A través de las cortinas
Tiago ve su silueta
como en granito esculpida.

Abandona el equipaje
è se dirige al dosel
preguntándole: "¿Qué haces?"
Mari no le mira a él.

Tiene la vista clavada,
los ojos de puro vidrio,
en la cercana ventana,
a la espalda de mi amigo.

Despacio se da la vuelta
è ve una sombra furtiva
que, en dirección a la puerta,
por el suelo se desliza.

"¡Ya estoy harto, voto al cielo!"
Salta otra vez de la cama
pero la sombra del suelo
vuelve rauda a la ventana.

"¿Lo has visto?" - dice su esposa -
"Era un fantasma, seguro.
Tenía una faz horrorosa
y cruzó por ese muro"

"¡Qué fantasma ni fantasma!"
- dice Don Tiago, enfadado -
"El cierre de la ventana
debe de estar oxidado.

Empiezo ya a estar bien harto
de tanta cosa tan vieja.
Voy a pedir otro cuarto
sin cortinas è sin velas.

Si hubiéramos reservado
en el Hilton, como todos,
estaríamos gozando
del jacuzzi como locos.

Que si rollo medieval,
que si fiesta de disfraces,
ya verás como, al final,
no habrá ni donde lavarse."

Su discurso causa efecto
en Doña Mari, que mira
al su alrededor de nuevo,
è que una mueca perfila:

"Es cierto, ¿dónde está el baño?
¿No era individual?
No digas que para usarlo
se turna aquí el personal..."

"Es cierto: reclamaremos.
Yo quiero otra habitación.
Con baño y tele, diremos,
y con un buen ascensor.

(www.notodohoteles.com)

Y el teléfono, ¿lo has visto?
llamaré a la recepción.
Que nos lleven a otro piso,
a una buena habitación.

Se pone Mari a buscarlo.
En la mesilla, no está.
Tiago toma el candelabro
por poder ver algo más.

Lo sujeta bien en alto.
Non llega luz al final.
Se dirige allá mi Tiago
a quitar la oscuridad.

"¿Dónde habrán puesto al maldito?"
Calla: dos ojos de gato
dorados el observan fijo
bajo un mueble agazapados.

Se acerca el valiente Tiago
que de sustos ya está harto
arrimando el candelabro
a desalojar al gato.

Mas no hay nada, o el tunante
de tal forma se ha escondido
que no puede echarle el guante
ni ver dónde se ha metido.

Abandonando la caza
se vuelve a echar un vistazo
pero en los muebles no hay nada.
¿Dónde estará el aparato?

Va a dar la vuelta a la estancia
a la pared arrimado
cuando percibe a su espalda
otra vez, un ruido raro.

Es Mari, que ahora su boca
con sus manos ha tapado
y que mira, como loca,
otra vez al empedrado.

¡Ya está otra vez el espectro!
Hacia él se va Don Tiago.
Como arrastra por el suelo,
intenta en vano de pisarlo.

"¡Es una sombra, tan solo!"
Pero, ¿qué la ha provocado?
como la boca de un lobo
se encuentra el artesonado.

Sube encima de una silla
alumbrando todo el techo.
Al momento, trastabilla,
porque non puede creerlo:

Todo aquel artesonado
es un relieve completo
de un satánico retablo:
demonios bailan con muertos.

Mira a Mari boquiabierto,
pero ella non le mira.
Con los ojos muy abiertos
aférrase a las cortinas.

En esto, les sobresalta
otro familiar sonido:
es el móvil, que descansa
en el fondo del bolsillo.

Oye la voz de su hermano:
"¿Dónde estás, en carretera?
¡Que te estamos esperando
aquí la familia entera!"

"Que, ¿dónde estoy, me preguntas?
¡En el maldito castillo,
luchando con la penumbra
è medio muerto de frío!"

"¿En el castillo? Imposible.
Si te estamos esperando
sentados en los jardines
è por aquí no has pasado."

"¿Jardines? Non ví ninguno.
Aquí he visto solamente
un foso más bien oscuro
è non ví a ninguna gente"

(www.notodohoteles.com)

"Tú me estás tomando el pelo.
¿Estás en la habitación?
¿Cómo has pasado sin vernos
a coger el ascensor?"

"¿Ascensor?¿Estás de guasa?
Subimos mil escalones
siguiendo a una moza rara
que enseñaba los pezones..."

"Venga, Tiago, estás de broma.
Yo no he visto a nadie así.
Y pronto será la hora
de comenzar el festín.

Las luces van a apagarse
sólo quedarán las velas
la gente va a disfrazarse,
¿dónde están las escaleras?"

"Pues según hemos entrado
parten justo a la derecha"
"En la entrada estoy yo, Tiago,
y no hay ninguna escalera"

"¿Y al chepudo, ¿no le has visto?
¿No ha salido a recibirte?"
"¿El chepudo? Mira, chico,
nunca oí excusa más triste."

La conferencia se corta:
la batería se ha agotado.
Va a la ventana è se asoma.
Lo que ve le deja helado:

Afuera, todo es penumbra.
No hay luz ni en el horizonte,
sólo el viento, que susurra.
Juraría que su nombre.

Entre jirones de niebla
aparece ante su faz
como un rostro, que se eleva
y que susurra a la par:

"Tiago, Tiago, ven a mí;
salta desde esa ventana
por donde un día caí
cuando era moza lozana"

La niebla ententa atrapallo.
Lanza el móvil contra ella
mas la atraviesa, volando.
Suena una risa perversa...

Sale corriendo por fin.
Enganchando a Mari al vuelo
y dejando tras de sí
el equipaje en el suelo.

Descienden los escalones.
Más que de pie van rodando
entre gritos y empujones
a los santos conjurando.

Irrumpiendo en el salón,
corren hacia la salida
sin fijarse en la reunión
que a sus espaldas había:

Unos seres transparentes,
cual de vapores compuestos
danzan, ríen, se divierten,
alrededor de un gran fuego.

Tiago tira del cerrojo
que pesa como un demonio
Mari mira de reojo
y ve que vienen los monstruos.

Hinca uñas al momento.
Don Tiago, pega un respingo
el cerrojo queda abierto
è fuyen, enloquecidos.

Sin mirar siquiera atrás,
resbalando por el fango,
llegan al fin donde está
el carruaje esperando.

Arranca raudo y veloz.
Las ruedas despiden barro
que atraviesa sin tocar
a aquellos espectros blancos.

A base de acelerar,
poco a poco va dejando
a los espectros atrás,
hasta que salen del fango.

Cuando, ya en la carretera,
mira a su retrovisor,
no ve nada: pareciera
que fue todo una ilusión.

www.notodohoteles.com

Un cartel a su derecha:
"Castillo del Buen Amor"
apunta a una carretera
que va en otra dirección.

La toman y al poco rato
aparece otro castillo
por un jardín rodeado
con miles de farolillos.

La banda toca en la puerta,
con atuendo medieval
parécese que la fiesta
acabara de empezar.

En efecto, según llegan
sale su hermano a abrazarle:
"Tiago de mis entretelas,
¿Dónde estabas? Llegas tarde"

Mira a Mari, y adivina:
"¿Se ha puesto mala, señora?
Tiene cara de enfermita,
pálida è hasta ojerosa"

"Venga, sacad las maletas
que el jolgorio va a empezar"
Rindiéndose a la evidencia,
Don Tiago va a confesar:

"No tenemos ya maletas.
Las tuvimos que dejar
al salir a la carrera
de aquel horrible lugar"

"Venga, Tiago, deja el rollo.
Que lleges tarde, lo acepto
mas non me trates de bobo
endosándome ese cuento.

Si a través de tu cristal
estoy viendo tu maleta...
abre ya el portón de atrás
è dejémosnos de tretas"

Abre Tiago el maletero,
baja incrédulo a mirar.
Las maletas, en efecto,
se encuentran en su lugar.

"Tan sólo ha sido un mal sueño,
me lo he debido inventar.
Pero..." - busca con empeño -
"y mi móvil, ¿dónde está?"

Mira a Mari: es como cera
Toca su brazo: allí están
las marcas que en la contienda
dejó al sus uñas clavar.

Fue lo último que fizo
justo antes de desmayarse.
En parihuelas, sus primos
les llevaron a acostarse.

È, desde el día siguiente,
si les recuerdan el caso,
les castañean los dientes,
tan sólo de recordallo.
(www.notodohoteles.com)

viernes, 2 de septiembre de 2005

Admiróse un portugués


Gusta Don Saulo, también,
de goçar con otros trovos
que - aunque escritos por otros -
fácenle sentir fetén.

Una vez le pregunté
si conocía algún poema,
è, con locuaz verborrea,
declamó el del portugués:

173(www.audiospot.es).jpg


"Admiróse un portugués
de ver que en su tierna enfancia
todos los niños en Francia
supieran fablar francés.

Arte diabólico es,
- dijo torciendo el mostacho -
pues, para hablar en gabacho,
un fidalgo en Portugal
llega a viejo è lo hace mal.
É aquí... ¡lo fabla un muchacho!"



De aquesta forma è manera
les prevengo contra él,
o su intensa verborrea
ya non podrán detener.

jueves, 1 de septiembre de 2005

A Don Álvar, en solemne aniversario

Candles (http://www.flickr.com/photos/elena777)

Va Don Álvaro gallardo
por los suyos rodeado.
Se dirige todo ufano
hasta un garito del barrio.

Vienen a felicitarlo
indigentes y feriantes
que quieren trincar de paso
un par de birritas, gratis.

Flanqueado por su guardia,
- léase David Simón -
que le protege la espalda,
se escaquea de la ocasión.

Pide birras. Grita a todos:
"las cañas las pago yo"
(En la barra hincando codos
pide cinco de jamón)

Doña Ascen, bate palmas.
El Alegría, el sifón;
pero la espita no aguanta
y sale el chorro a presión.

Álvaro Angulo, empapado
por el líquido salió,
y ceñudo va rumiando
su venganza en baja voz.

"¡Aquí viene Doña Alicia!"
- se oye al fondo del salón.
"¡Que baile, que baile!" - gritan
borrachines de licor.

"¡Que canten los de Trescantos!"
- clama el de Ángel vozarrón -
"¡Mejor, que suelten los cuartos
y se paguen el jamón!"
La Gallina Ciega. Goya. Museo del Prado, Madrid
"¡A la gallinita ciega!"
- se le ocurre a Margarita -
"¡Eso, que Álvaro sea
el primero que la liga!"

Hacen corro las mujeres.
Don Álvar se felicita
sus ojos cubren crueles
con esa típica cinta.

Según comienza a dar vueltas,
ya no queda en el salón
invitado más que aquella
que se termina el jamón.

Ha pasado media hora
cuando se engancha al perchero.
Dice: "te pillé, señora,
ahora, me debes un beso."

Al ver que nadie se acerca,
ni ósculo alguno recibe,
decide quitar la venda
que a sus ojos ver impide.

"¡Cruel destino!, ¿qué pasa?"
- dice agarrado al perchero
mientras se acerca a su espalda
un fornido camarero.

La cuenta, amable le alarga.
Le dice: "son mil doscientos
euros por aquellas tapas.
Las cervezas son trescientos."

Echa Álvaro un vistazo
buscando a la su parroquia
y queda mudo de espanto:
no vuela allí ni una mosca.

Aún agarrado al perchero
en su chaqueta rebusca
y al fin saca el monedero
donde halla una nota chusca:

"Alvarito, te esperamos
en el Pub El Rocanrol.
Mil gracias por invitarnos.
Qué rico estaba el jamón"

Wichie Torres: Gallinita (www.wichietorres.com)
En el Pub, fiesta sorpresa;
preparados los regalos.
Lo de la gallina ciega
fue un truco por demorarlo.

Pasan las horas en balde
se preguntan si habrá hallado
el post-it que dejó alguien
en su bolsillo guardado.

Deciden, todos en grupo,
acercarse a rescatarlo
mas no le encuentran: seguro
que a su casa se ha marchado...

Pero ven en el perchero
que aún su abrigo está colgado
buscan en el monedero;
ven el post-it arrugado.

Preguntan al camarero,
que les dice: "está fregando
y hasta el veintitrés de enero
no creo que haya acabado."

Salieron todos corriendo
y a Don Álvaro dejaron
disfrutando del concierto
de "Don Fairy y sus mil platos"
www.sla.purdue.edu
Cuando llega al pub, se encuentra
que la fiesta ha terminado:
se acabaron las botellas,
se llevaron los regalos.

Tan sólo queda una mesa
con un folio emborronado
donde con torcida letra
le dejan este recado:


"A Don Álvar en solemne aniversario
este soneto preclaro le dedico,
yo hace tiempo que cumplí los veinticinco,
y dudo que otro llegue a celebrarlo.

Más que obsequios, guardaría en relicario
lo poco que le quede aún de niño,
pues observo que desde un rincón sombrío
ya le acecha la vejez del centenario.

Veo La Parca, que le mira con cariño
ya que sigue empeñado en cumpir años,
y sus manos ya se frota en anticipo

al sentir menguar su porte, antes gallardo.
Las velas del pastel, amigo mío,
para el velatorio debes ir guardando."


"¡Pardiez, por aquí ha pasado
ese tal Saulo maldito
y esta nota me ha dejado
por non invitarle a vino!

¡Juro que el próximo año
una les he de jugar.
Que se metan los regalos
por ése oscuro lugar!"

En fin, Álvarito, con amigos así...
¿para qué quieres enemigos?

miércoles, 31 de agosto de 2005

Asunción Real

(www.bdkolyma.com)

Acudió Doña Asunción
a plantar los sus reales
a un ágape en un salón
pensando en los calamares.


Prometía la ocasión,
pues convite de postín
ponía en la invitación.
(ella ayunó desde Abril)


Cuando arribó a tal evento,
la pobre desfallecía
tal era su sufrimiento
por el hambre que traía.


Acercóse el camarero:
una bandeja traía
llena de carabineros
que a Doña Asun ofrecía.

Muy finolis, el primero
toma con delicadeza
mas se aleja el camarero
llevándose la bandeja.

Inicia persecución
del crustáceo disidente
atravesando el salón
mientras empuja a la gente.

(www.divertinajes.com)Ya se acerca. Un par de metros
le separan del manjar,
cuando observa que unos dedos
el último van a tomar.


Salta sobre las cabezas
del gentío que, asombrado,
ve, como a cámara lenta,
a Doña Asun volando.


Llega tarde. De sus dedos
la presa escapa por poco.
Observa girando el cuello
que la ha capturado el otro.

Ella no mira adelante.
Su mirada quedó presa
del último bogavante
que poco a poco se aleja.

Ahora toca que aterrice.
La muchedumbre se aparta
para dejar pista libre,
mientras viene la ambulancia.

Pero nuestra amiga es hábil:
poco antes de estamparse,
con una pirueta grácil
se engancha al cuello de alguien.
(www.bdkolyma.com)

¡Santo cielo, si es la reina!
Mientras la pobre mujer
intenta huir de la presa,
cae Doña Asun a sus pies.



Rompe el collar de la reina
y comienzan a caer
esparramadas las perlas
rebotando por doquier.

Ahora un baile comienza
con todos los asistentes
resbalando entre las perlas
è intentando no caerse.

Desde aquí veo las croquetas
que viajan por los aires
sobre las regias cabezas
y los tocados reales.

Los vasos, muertos de envidia,
no quieren ser menos que ellas
y su líquido destilan
sobre escotes y pecheras.

(www.bdkolyma.com)

Mi Asun mira asombrada
todo lo que está pasando
con las cejas arqueadas,
ojos y boca cual platos.

Caza una cigala al vuelo
y ya se la va a apretar
cuando ve que desde el suelo
alguien la intenta agarrar.


Temiendo por su pitanza,
patalea por librarse
mas con mala suerte alcanza
al intruso en los ijares.

Se oye un grito desde abajo,
todo el salón se congela.
Parecen los invitados
estatuas de sal hebreas.

Pues es el rey quien gritaba
y ahora se revuelca
sobre la alfombra manchada
de cubatas y croquetas.
(www.bdkolyma.com)
Las manos mantiene unidas
sobre su zona "real",
puesto que noble sería
si fuera un marques o un par.



Hablando de pares: lleva
los sus pares tan sujetos
que hasta por su descendencia
temen ya sus consejeros.

Y aunque la sucesión
del trono parece clara,
el rumbo de la nación
podría cambiar la patada.

Los ojos de los presentes
van de Asun al monarca,
que en suelo se revuelve
cual porcino en su cloaca.

Agáchase la mujer
con cara de preocupada
para auxiliar a su rey
puesto que no se levanta.

Pero doblar las rodillas
no puede, no da la falda
y empieza otra pesadilla
cuando la costura raja.

Rásgase con gran estruendo
y Doña Asun se agacha
con gran rapidez, mas temo,
que sobre el pobre monarca.
(www.bdkolyma.com)

El ¡oh! de los invitados
debió oírse desde Francia
al ver a su soberano
bajo Doña Asun, sin faldas.


Se acerca entre resbalones
la reina por el salón
flanqueada de matones
de los de gafas de sol.

Mas no llega, pues resbala.
Se sujeta donde puede
que es en la zona blanda
del matón que la precede.

Es cuando empiezan los flashes
a iluminar la ocasión:
La reina, con sus secuaces.
El rey, bajo mi Asunción.

Fue portada en las revistas
y dieron la vuelta al mundo;
fueron las fotos más vistas
en el siglo veintiuno.
(www.bdkolyma.com)
Dedicado a Ascen

lunes, 29 de agosto de 2005

De Don Tiago Pesadilla

A Tiago, inspirador de mil
historias è mejor amigo aún.


Èra la sètima hora
è Don Tiago rebullía:
entre sus mantas ponzoña
desde sus sueños subía.

Destilaba sus humores
enfebrecido è caliente
soñando con mil ladrones.
Non cuarenta, como siempre.

Alí Babá transformado
en Alí Agka el terrorista
tenía a Tiago sudando,
particular gota fría.

En esto vino a sonar
la trompeta del heraldo
para venirle a enformar
del su castillo llamando.

Despertar fue parco alivio
pues vinieron a decille
que en aquèl, el su castillo,
pululaban malandrines.

"¡Voto a brios, me despierto
è sigue la pesadilla!"
Díjose el interfecto
derrumbándose en la silla.

"¿Non será - pregunta al cabo -
falsa alarma lo que suena?
Mire que ya estamos hartos
de lidiar en estas guerras..."

"Non, Don Tiago, aquí parece
que asalten el su castillo."
- dice el vecino de enfrente -
"Desde aquí se oyen los ruidos".

Salta Tiago de la silla
toma a su Mari del brazo
despierta raudo a su filla;
a su enfante va llamando.

En pejama e camisón
corren todos hacia el coche.
Fué Don Tiago campeón
de rallies aquella noche.

En menos de media hora
se presentan en su lar.
Mientras suena atronadora
la alarma en todo el lugar.

A arrebato ya le suenan
las campanas del su sitio.
Apostado en las almenas
anticípase al conflicto.

"Mas, ¿que pasa, nadie viene?
¿Non se atreven ya a venir?
¡A Don Tiago presto tienen
para matar o morir!"

"¡Ah, cobardes, non fuyades!"
grita desde las almenas
de su torre de homenaje,
aprestando su ballesta.

Mas enemigo nenguno
fizo facto de presencia.
Solamente aquel vecino
era su única audiencia.

Éste, encogido de hombros,
dice: "cumplí mi deber:
me tocaban los mondongos
è quise avisarle a usted"

Pasan las horas en balde
sin enemigo a la vista.
Tan sólo pasan chavales
vestidos de futbolistas.

Preguntan: "Ah de la casa,
¿no habrán visto por aquí
balón que de mi canasta
salió despedido allí?"

Mira Tiago enrededor,
con ceño ceñudo ceña.
Descubre en el mirador
al culpable de la greña:

de baloncesto un balón,
que por la brisa empulsado,
rueda por el mirador
golpeando los mamparos.

Cada vez quel aire entra
gira un poco la pelota.
La alarma que lo detecta
ulula como una loca.

Al fin, mirando con pena
sus fillos adormecidos,
a Doña Mari, su dueña
è al cabrón del su vecino,

vino a convenir Don Tiago:
"Falsa alarma hemos tenido,
a vista del resultado
más valdría haber dormido"

Fuese a dormir ipso facto,
toda la familia en pleno.
Mientras caía dí Tiago:
"Todo ésto ha sido un mal sueño"

viernes, 26 de agosto de 2005

De la pedida de mano

A Luis y a Rosi

Al principio, fue la Tierra,
al poco, los dinosaurios
è pasadas unas Eras
apareció ése tal Saulo.

Pasado un tiempo, Don Saulo
fue a echarse novia formal.
Hubo de pasar un año
antes de ir a su lar.

De su novia, la familia,
de lejos le conocían.
Por teléfono decía:
"Soy Don Saulo, buenos días"

Mas el tiempo iba pasando,
hasta que llegó ese día
en que no pudo evitarlo,
è presentarse debía.

Era Don Saulo, gallardo;
mas de aquella valentía
no iba el hombre muy sobrado
en aquel temido día.

Total, que bien trajeado
presentóse ante la puerta
de aquella casa, è temblando
tocó la aldaba con fuerza.

Con gran amabilidad
fue por su novia invitado
al su dintel franquear
(debió quedarse clavado).

Con balbuceos responde
al saludo que le ofrecen,
y entre perniles temblores
pasa al salón lentamente.

Allí, le espera, por fin,
el cabeza de familia
que, trajeado è gentil,
le recibe entre sonrisas.

Fue el prócer cordial è atento,
en su trato no hubo falla,
se fizo cargo al momento.
(cavilaba: "Se desmaya...")

Comprensivo, fue a ofrecerle
que se tomase una copa,
pues al verle tan valiente
pensó: "este mancha la alfombra"

El tal Saulo, aturullado,
aceptó entre balbuceos
tomando el vaso dorado
que le alargaba su suegro.

La americana abrochada.
Ahorcado por la corbata,
la su camisa empapada,
los zapatos le apretaban...

Suda cual estibador,
de puerto. Da un lingotazo
a aquél dorado licor,
è al suegro ofrece un cigarro.

El otro declina amable,
mas le ofrece un cenicero.
El cigarro enciende: sabe
que habrá de romper el hielo.

En esto pensando está,
cuando su futuro suegro
indicándole el sofá
le dice: "espera, que vuelvo."

Con la copa en una mano
y el cigarrillo en la otra,
se deja caer Don Saulo,
rebotando cual pelota.

En ese preciso instante
un sospechoso sonido
le indica que se levante,
mas llega tarde el aviso:

el sofá cede a su peso,
algo en su interior se raja
è la trampa, sin remedio,
al desdichado se traga.

Asombrado mira el suegro,
el hombre aguanta la risa,
è sale de allí corriendo
directo hacia las cocinas.

Allí se queda atrapado,
Saulo, o tan sólo su cuerpo,
porque su alma ha bajado
hasta el mismísimo infierno.

Los sus pies è las canillas
cuelgan cual de marioneta.
Doblado por las rodillas,
impotente patalea.

Las dos manos ocupadas
que le impiden impulsarse
mi Don Saulo sube è baja,
intentando levantarse.

Hasta la su americana
decidió confabularse
con los hados, e apretada
no le deja ni girarse.

No obstante, por el rabillo
del ojo ve que la puerta
se abre, ante su sonrojo,
è allí aparece su suegra.

Vuelve la buena mujer,
por caridad impulsada
a cerrar con buena fe,
mas se oyó la carcajada.

A partir dèse momento,
cada dos por tres se abría
la puerta è otro elemento
de la tribu aparecía,

mas se cerraba de nuevo,
pues los pobres non podían
auxiliar al interfecto,
è la risa les vencía.

Uno a uno, poco a poco,
pasaron hasta vecinos.
Fue tan grande su sonrojo,
que llegó al color corinto.

Si ayuda pedir quería,
su voz salía en un hilo:
la corbata le oprimía,
atrapada en algún sitio.

Al final vino a salvarle
su novia que, por los suelos
cansada de revolcarse,
por fin entró a socorrello.

Cuando vióse libre al fin,
pensó: "Con ésta me caso,
pues non pienso repetir
este lance ni esposado"

El resto de la jornada,
borróse de sus recuerdos
pues la memoria, agotada,
debió pedir el relevo.

Tras diez años de noviazgo,
lleva otros diez de casado
è por cada aniversario
le recuerdan aquel trago.

Moraleja: si han pensado
facer petición de mano,
vigilen el mobiliario
non intente devorarlos.

jueves, 25 de agosto de 2005

Dulcinea y el fantasma

A Margarita

Forman un grupo local
amante de su folclore
dèstos que van a bailar
a muchas fiestas mayores.

Un día, tras actuar
en el patio de un convento
que fue carcel medieval,
oyeron este lamento:

Grupo Folclórico Virgen de las Cruces, Daimiel (www.fedefolkcm.com)

En estas cuatro paredes
paso encerrado los años,
sin que nadie me libere
a mi suerte abandonado.

Hace mucho, mucho tiempo
que los vivos me olvidaron,
que a nadie ya le intereso,
que aquí solo me dejaron.

Marcharon los carceleros,
los otros presos marcharon
como un alma en pena velo,
y entre las mazmorras vago.

Y tras estos largos siglos
de sufrir en solitario,
cuando creí que los míos
me habían abandonado....

Esta noche vi en el patio
a Dulcinea danzando
¡y pensar que por matalla
en la cárcel me encerraron!

Tras estos siglos de encierro
veo en mi puerta bailando
a aquella por quien fuí reo,
por quien terminé penando.

¡Baila, bella Dulcinea!
Mientras con la parca bailo.
¡Baila, mi dulce doncella,
olvidada de quijano!

Ahora, mi promesa he roto,
é su nombre he mencionado:
aquél que fue tu devoto
al enemigo ha mentado.

Yo al tal Quijote maldigo
è hasta maldigo a su Sancho,
uno por ser mi enemigo,
otro, testigo del acto .

Por él tuve que matarte
aquella mañana fría
que en sus brazos despertaste,
Dulcinea de mi vida.

Mas él, face mucho tiempo
que yace bajo una losa
y yo vivo aqueste encierro
sin que llegue al fin mi hora.

Parca, tú que te burlaste
de aquél pobre è burdo intento
que fice de reclamarte,
de ser, como todos, muerto:

¡Ya la he visto, dame tregua,
permite que al fin la losa
acoja este alma errante
que colgó de aquella soga!

¡Ya la he visto, aquí bailaba
mientras mi alma de muerto
temeroso la observaba
clamando justicia al cielo!

¡Mírame una vez tan sólo,
fermosa doncella mía,
haz que la luz de tus ojos
redima mi alma maldita!

¡Que la muerte al fin se apiade
de mi pobre ánima errante,
que a sus dominios me lleve,
que mi condena levante!

¡Mírame una vez tan sólo,
mi fermosa Dulcinea,
porque ahora sólo añoro
descansar désta condena!

miércoles, 24 de agosto de 2005

Epílogo


Aprendan de mi desgracia,
recuerden la mi lección
cuando alguien en su casa
les invite a chuletón.

É si tiene barbacoa;
è si le ve usted feliz,
non olvide facer loa
del su fermoso jardín.

È si la envidia ensidiosa
por dentro corroe a usted,
consuélese con tal cosa:
"Quizás por muerto le den"

Que es precioso, non lo dudo:
cual de Hespérides Jardín.
¡Las Odaliscas por poco
non vinieron a por mí...!

Juro por Dios: que si obtengo
las vacaciones por fin,
non me sacan ni con cepos
de un sillón en mi jardín,

Porque a veces, por las noches,
despierto en sudor bañado
soñando que las mis obras
todavía no acabaron.

Amigos, aquí termino
de las mis obras relato.
Me congratulo, pues vivo
salí de aquestos trabajos.

Saulo

Capítulo VI - En el estanque anhelado


Bueno, ya está terminada
Esa parte del estanque
De tierra è piedras formada,
Pero non puedo llenarle.

Termino con la rocalla:
más o menos veintitrés
piedras que tapen la manta
grisácea de peuvecé.

Sube, baja, recoloca.
Tira de reñón de nuevo.
Con cuidado, pues si chocan
pueden pillarte los dedos.

Con la fértil tierra negra
termino de rellenar.
¡Ya se acaba la faena,
pronto vamos a gozar!

Ahora, tira de alicates.
Corta cables, saca punta,
é rehace los empalmes
cuando de nuevo se juntan.

Ocultos entre las piedras
quedan los cables al fin,
que non quiero dejar huella
que estropée el mi jardín.

¡El motor ya está instalado!
Luce la lámpara al cabo.
Ya sólo falta enchufarlo
¿Moriré electrocutado?

Intrépido engancho el cable.
la clavija enchufo presto.
Pero, ¿por qué nada hace?
¿Acaso he metido el cuezo?

Oigo risas a mi espalda.
Me giro è veo a mi filla
que, con la llave apagada,
de mi faz se desternilla.

Se apresta a encenderla. Salto
hasta la mesa cercana
huyendo del calambrazo
que avanzará por el agua.

Nada sucede, è observo
preocupado a la tortuga,
que impasible sigue el juego
de la caza de la oruga.

Mejor aún: desde el fondo
Hasta mis oídos llega
El claro rüido de un chorro
Que del estanque se eleva

Bajo de nuevo, valiente.
È me acerco tembloroso
Hasta la pared de enfrente,
Para poder ver el chorro.

¡Quedóme de maravilla!
Cuán fermosa evolución
sigue el agua en su caída
hasta el fondo del pilón.

"¿Eso es todo?" - me pregunto
recordando los trabajos
que me han tenido a punto
de acabar en el osario -

Mas poco duró mi gozo,
Pues al mirar más de cerca
Me doy cuenta de que el foco
Al filtro de color quema.

¡Para, apaga, date prisa!
- le grito como un orate
a la mi asombrada filla
mientras corro hacia la llave.

"Algo has puesto mal, querido"
Concluye la mi señora
Que atraída por los gritos
ha venido a ver la obra.

En efecto, falta algo.
¿Será una tuerca, un manguito?
Con algo hay que separarlo
O abrasaremos el filtro.

Deshago el puzzle. Al montarlo
seguí el libro de enstrucciones,
é me parece muy raro,
pues seguí bien las lecciones.

Vuelvo a leer è releo,
en español i en gabacho.
Le doy mil vueltas: non veo
qué provocó tal fiasco.

Al fin, vista mi torpeza,
me digo: "No es para tanto.
Si son siete u ocho piezas,
cuestión es de combinarlo."

Entretanto, al pobre filtro
le ha salido un ampollón
que se eleva de su sitio
por culpa del quemazón.

Cambio las cosas de sitio
cuatro, cinco, veinte veces
é ya creo que lo consigo,
pues la lámpara se enciende.

Más aún, he separado
un palmo el foco maldito
que antes había dejado
como el Etna al pobre filtro.

Vuelvo a montar todo el circo.
¡Albricias! Ahora hasta gira
è va cambiando de filtro
según el agua porfía.

"Sólo decir" - yo ya tiemblo
cuando fabla mi señora -
"Sólo decir que prefiero
el surtidor de otra forma"

Fue suerte que releyera
el manual de enstrucciones.
Esto hizo que me aprendiera
de memoria sus lecciones:

"¿Cómo prefieres, cariño?
¿Todo en forma de volcán?
¿Quizás mejor un chorrito
y cayendo lo demás?"

"Ése, ése..." Alborozada
bate palmas cual chiquilla
cada vez que el chorro cambia
rotando la su boquilla.

"Bueno, pues este dejamos"
- digo yo para abreviar -
" y ahora lo llenamos
de agua y venga, ¡a gozar!"

Ya preparo la mi hamaca,
Me acoplo en la tumbona.
È tomando mi guitarra,
Paso a gozar de la cosa.

"¡Y pensar que me he tirado
desde tres meses atrás
cada día libre pringado
para ésto desfrutar!"

"¡Y pensar que me he tirado
desde tres meses atrás
cada día libre pringado
para ésto desfrutar!"

"¡Y pensar que me he tirado
desde tres meses atrás
cada día libre pringado
para ésto desfrutar!"

No me repito: es que estaba
otro blus emprovisando
enganchado a la guitarra,
a un tal Clapton remedando.

"¡Cuidado, que si te pones
descuidado a canturrear,
podrían los nubarrones
venirse aquí a descargar!"

Ceso al punto, ya escaldado.
E decidimos cenar
Junto al estanque anhelado
Para poderlo gozar.


Saulo, por fin.

Capítulo V - O de las escombreras


Dos semanas: sólo eso
la lluvia cuartel me ha dado:
luce el sábado Lorenzo
espléndido è despiadado.

Ya desde maitines temo
lo peor por mi salud,
que dèsta obra me huelo
termino en al ataúd.

desfruté del desayuno
cual de su última cena
debió desfrutar, presumo,
Nuestro Señor en Judea.

Miraba al sol como a Judas
miraría El Redentor,
para mí pensando: "apuras
la copa del mi dolor..."

Non quedóme más remedio.
puesto el traje de faena
dirigíme hacia el albero
lleno de congoja è pena.

Despedíme de los míos.
Mi memoria aún evoca
los sollozos de mis fillos,
el abrazo de mi esposa.

Pertrechado con mi pala,
cual lanza de caballero
intrépido abrí batalla
contra el primer arenero.

Doze sacos, diez quintales
llené con brío, pardiez,
antes de que a mis costales
se aferrara la vejez.

Los mis lumbares crujían;
doblábanse mis muñecas;
los brazos non los sentía;
tartamudeaban mis piernas.

"¡Un descanso, por favor!"
Clamaba el mi subconsciente
mas yo, incólume al dolor...
Paré inmediatamente.

"¡Non vencerá este viaje!,
¡Non por cansancio rendido!"
Eché mano de coraje...
¿dónde diantre se ha metido?

"Marchóse con los pulmones
al sarao quel corazón"
- me recuerdan los riñones -
"tiene a ritmo de hip-hop."

"Excusas", pensara alguno
é tendrá más que razón,
mas si non paro, a lo sumo,
me desmayo del calor.

Ya non me quedan más sacos,
hemos de tirar la arena.
Por la mi casa pasallos
para ir a la escombrera.

Pensé dejando la pala:
"Con tal de facer descanso
trago tierra si hace falta
è hasta mastico los sacos."

Felices las prometía
tras la mi pala soltar.
Al poco un saco cogía
è intentélo levantar.

Crujieron las mis cuadernas,
encabritóse la panza;
mis rótulas cuasi quiebran;
perlas de sudor brotaban.

¿Sólo un saco? ¡Esto parece
de Heracles las doce pruebas!
Mucho me temo que un duende
lo haya llenado de piedras.

Fágole unas orejillas,
è desta guisa lo arrastro
toda la escalera arriba,
è después por todo el mármol.

Mi esposa que todo ha visto,
se mesa los sus cabellos:
"¡Saulo levanta eso en vilo,
o te cargas nueso suelo!"

Sólo pensar en cambiar
las baldosas, saco fuerzas
de do no las pude hallar
è lo llevo hasta la puerta.

En volandas, trapeando
al viento tras de la bolsa,
por la otra escala me lanzo
entre risas de mi esposa.

Dejo el saco, è al garaje
me dirijo dignamente.
Desplazo mi carruaje
hasta donde el saco duerme.

Hube de cargarlo a pulso,
è non sé si rechinó
mi costillar del impulso
o fue la amortiguación.

"¡Venga, sólo quedan once!"
- animaba la mea filla -
(al ver mi cara se esconde
con su madre en la cocina)

"Mira, Saulo, que las bestias
nacieron por cargar,
è que tú te diferencias
en que sabes cavilar..."

Una estrategia brillante
pasa por mi mente: un carro
bien podría fabricarme
para transportar los sacos.

Tomo el carro de la compra
dejo el su chasis vacío;
cambio tablón por la bolsa
è fabrico un carretillo.

Fago orejillas a otro;
aúpole por la escalera.
En el carrito lo monto
é cruzo la marmolera.

Extraños ruidos escucho,
pero oídos sordos fago.
Claro su origen descubro
vuando voy a descargallo:

Los barrotes de aluminio,
(media pulgada, macizos)
han quedado cual chorizos.
El tablón, su huevo frito.

Pero este viaje, al menos,
sólo tuve que cargar
escalera arriba è luego
tras el fardo trapear.

Subo el saco al maletero.
El carruaje está ya
con sus faros hacia el cielo.
Non sé si resistirá.

Poco a poco, con sudores,
sufriendo è rompiendo el carro,
cargo a base de dolores
èsa dozena de fardos.

Cuando al volante me siento,
por fin mis piernas descansan.
Las manos, ya ni las siento:
las marchas sólas entraban

Pensé que colaboraba
el coche con tal de ver
que tal carga le quitaba
cuanto antes pudiera ser.

Al fin llego al 'Punto Verde'
donde un amable señor
me dice:"Er ezcombro puede
tirar ar contenedor."

"Acerque uzté er maletero."
"Cuán amable", pensé yo.
"A ver si por unos euros
aligera mi labor..."

Abro el portón:"¡Pero hombre!,
¿Cómo ez tan animal?
¡Azí ze carga uzté er coshe.
Zi ez un Tuingo nada má!"

"Si tú supieras, mangante,
quién los hubo de subir..."
Sonrío: "¿Puede ayudarme?"
"Ni loco" me dice a mí.

"¿Quiere buzcarme una baja?
Tengo un reñón esho porvo,
ze dezprendió de la guaza
de verlez ponerze rojoz

Záqueloz con güen cuidado,
no ze vayan a rompé.
Que zi en el zuelo cae argo,
la pala la coje uzté.

Y tíreloz con zu bolza
no me lah vacíe uzté.
Y cuide que no ze rompan
cuando vayan a caé. "

Desde tres metros caían
los fardos sobre el escombro.
Nunca supe si rompían,
entre las nubes de polvo.

Raudo arranqué el carruaje,
quemando ruedas salí.
Diciéndome: "Otro viaje
te atropello antes a tí".

Vuelta a la pala de nuevo.
Esta vez ya la blandía
de rodillas en el suelo
puesto que ya ni sentía.

Llené veinticinco bolsas
mas sólo hasta la mitad,
"Con tal de que non se rompan..."
Pensé con ingenuidad.

Como el carrito está roto,
hay que pasarlas a brazo
(partido) sobre los hombros
o en le costado apoyados.

"Ya me da lo mesmo siete
que setenta: muerto acabo"
- pienso para mis adentros
mientras cargo con los fardos -

Ya llevo el último saco,
cuidando de non manchar,
cuando escucho un ruido raro,
que suena así como "¡Ras!"

Miro al suelo, mas non creo
lo que me dicen mis ojos,
pues para mi desconsuelo
el fondo del saco ha roto.

¡Mi mármol, otrora impoluto
lleno de escombro è de piedras!
Mi dueña casi del susto
se me desmaya en la arena.

Antes de meter escoba
hube de coger con pinzas
piedras, raíces è hojas,
mientras mi esposa gemía.

Llegado hasta la escombrera
viene otro a recibirme:
- "¿Que tal la nueva remesa?
Aún no paro de reírme

de lo que mi compañero
me contó de la anterior:
rayó con su coche el suelo,
cargado como un camión"

"Un gracioso, sólo falta
que me traigan a un bufón
que volteretas me faga
mientras escupo un pulmón"

Mas que tirarlos: empujo
por el zafio terraplén
los fardos sin más tapujos
è salgo arreando después.

"¡He terminado, mi dueña!"
- Alborozado aparezco -
"Ya tienes puesta la mesa"
- "¡Por Dios que me lo merezco!"

No he empezado la pitanza
cuando me viene a decir:
- "¿En cuanto baje esa panza,
seguirás con el jardín?"

- "¿Por qué? Las dos montoneras
de tierra ya terminé"
- "Mas cuando acabes la siesta,
las piedras hay que poner…"

"¡Muerto soy!" : non recordaba
las losas de gran tamaño
que el mi suelo tapizaban
è quité con mi cuñado.

- "Cariño, ¿no es suficiente
por hoy quitarnos la tierra?"
"Pero, Saulo, ¿y si llueve
è nueso jardín se anega?"

"Tiene razón, no hay remedio.
La tarea he de acabar.
Total, si estoy medio muerto,
muerto y medio, ¿qué más da?

Ya de perdidos al río"
- me intentaba convencer,
mas aunque hablaba yo mismo
aún me negaba a creer.

Sentóme mal la comida
La siesta pasé en cuchillos.
Todo el mi cuerpo pedía
Descansar a voz en grito.

Levantéme, he de decir,
Con tal humor de mil perros
Que los demonios huían
De terror a sus infiernos.

La mala uva da fuerzas.
é con su ayuda de piedras
compuse el rompecabezas
de maldición a blasfemia.

La más grande, a una cama
de matrimonio asemeja.
Como non puedo cargalla,
la he de rodar cual peseta.

Siete veces que la puse,
siete veces la quité.
En una, ya más non pude
é bajo ella quedé.

"¡Auxilio!", gritè a mi esposa.
Díome al principio por muerto.
Debió de pensar:" la losa
dejamos de mausleo."

Las mis piernas pateaban;
mis brazos, sobresalían.
coleóptero de patata
díjome que parecía.

Mi tortuga al mi trasero
se acercaba para ver
si un compañero de juegos
le acababan de traer.

Por fin me arrastré cual grácil
gusano en tierra mojada
hasta abandonar la cárcel
pétrea que me aprisionaba.

Coloca piedra. Recorta
sobre el suelo silueta.
Levanta la piedra ahora;
vacía entonces de tierra.

Pónla de nuevo en su sitio.
La pisas. Se balancea.
Repite otra vez cual simio
la letanía completa.

Aún estoy finalizando.
Échase la noche encima.
Llamo a mi dueña clamando:
"Encarga por mi una misa"

- "¡Qué bonito te ha quedado!"
Escucho su voz lejana.
Yo, mientras tanto, he cruzado
la cegadora luz blanca.

"Saulo, ¿Me escuchas? Te digo
lo bonito que ha quedado,
y tú sigues distraído:
non mereces mis halagos."

Su tono de voz que clama
tráeme a este mundo de nuevo
cual Beatriz que me llama
sacándome del inferno.

"¿Si, cariño?¿Te ha gustado?
¿No queda nada por fin?"
Le respondo aún temblando
i escudriñando el jardín.

"Non, mi amor. Ya sólo faltan
unas luces por poner,
alguna que otra planta...
Está quedando muy bien."

Su voz melosa me arrulla
è casi caigo dormido
en la escalera, cuando una
frase llega hasta mi oído:

"Cuando quitemos al fin
esta fea barandilla
lucirá nueso jardín
cual octava maravilla"

Después désto non recuerdo
nada más, amigo mío,
hasta despertar de un sueño
con todo el cuerpo molido.

Al día siguiente, domingo,
cuando al alba el gallo canta
descubro, querido amigo,
que nada se me levanta:

Los mis párpados con cera
pura parecen sellados.
Brazos, ni manos, ni piernas
responden a mis mandatos.

Del resto, ya ni te cuento;
que como non puedo ver
è del cuerpo nada siento,
primero pienso: "Palmé.."

Pero todo queda claro
cuando oigo a mi mujer
decirme: "Querido Saulo,
¿te levantas de una vez?"

"¿De una vez? Tal vez suceda
pero de una pieza, non.
Que debido a la molienda
me pesa hasta el edredón."

"Venga, hombre, no exageres,
è date prisa, mi dueño,
si es que las carreras quieres
ver al volver del vivero"

"¿Las carreras?¿El vivero?"
De seguro no estoy muerto
"¿o quizás todo esto sea
un tormento del infierno?"

Chirriando cual cadena
de viejo ancla oxidado
giro sobre mi cadera
é caigo al suelo de lado.

Al bajar las escaleras
oigo reirse a mi filla
al ver que, como una agüela,
me aferro a la barandilla

Non corre la picarona,
è las sus risas arrecian,
pues non cree que la coja
ni pueda con la correa.

Resumiendo: hacia el vivero
salgo con mi carruaje
va ligero como el viento,
libre del gran tonelaje.

Compro plantas: veinticinco
(unas pocas solamente)
el de la caja me dijo:
"¿va a plantar cinco parterres?"

Traigo las plantas a tiempo
de ver cómo en las carreras
un extraño movimiento
saca a uno por las orejas.

"Non puede dolerle a ése
la mitad de lo que a mí"
è con esto consoléme
è partí hacia el jardín.

Plantadas todas las flores
(gasté tres sacos de tierra)
mientras el sol ya se pone
me siento en la mi escalera.

Mi merecido descanso
me despongo a desfrutar
cuando se ríen los hados
è comienza a diluviar.

A casa, e raudo hacia el sobre
que non quiero ni cenar.
Aunque de fambre me doble
sólo quiero descansar.

El lunes tras la tarea
que ejerzo por lo normal,
el mi suegro se nos llega
a nuesa casa a ayudar.

"¡Precioso os está quedando!"
- mientras se asoma al jardín -
con la cerveza en la mano
e fijo me mira a mí.

"Mas veo que no has quitado
aún la fea barandilla
que estropea tu trabajo
que ha quedado de delicia.

Dame la sierra, que al punto
la cortamos por lo sano.
¡Non pongas cara de susto,
que no es para tanto, Saulo!"

Al ver mi rostro mudado
por el terror se revuelca
de risa è me dice: "Vamos,
que non creo que te muerda!"

Pasó hora è media cortando
los tubos de la maldita.
Resistió más que a romanos
en Numancia resistían.

Cada vez que le veía
la gota gorda sudar
los mis brazos se dolían:
pura solidaridad

Al fin quitamos los hierros
que llevamos al garaje
dejando - eso sí - regueros
a nuestro paso de enjuagues

Acabamos con el mocho
è la fregona el trabajo.
Puedo decir con gran gozo
que está cuasi terminado.

Capítulo IV - Armado de pico è manta


Aún me queda, ¡voto a tal!
deste tajo interminable
tornar en jardín tal solar
é construir el estanque.

Si me encargo yo, la palmo,
visto lo que aconteció
con la zanja que hice en marzo,
y aún mi cuñado ayudó.

Mas si contrato: ¿qué pasa?
¿no vendrá a forrarse más
a expensas de la mi casa
la bolsa de Movistar?

Al fin tomo mi carruaje
è lánzome sin consuelo
a preguntar sin ambages
en tres o cuatro viveros.

Todos dicen: "nos pasamos
por su casa è ya veremos
lo que allí nos encontramos
è le hacemos presupuesto."

Pasan las horas en balde;
sólo aparece un anciano
con cachaba, aire amable
è boina de hortelano.

Entra en el jardín è dice:
"¿que es lo que quieren facer?"
Por cada cosa que dije
más pegas vino a poner:

Que si el césped, mejor tepis;
que si el estanque, non sé.
Que las piedras no coloca;
que si el árbol está bien.

Cuando marcha nos miramos
mi señora y el que escribe,
y coincidiendo entre ambos
nos decimos: "imposible"

Facemos un inventario
de las cosas por facer,
è nos sale que hay trabajo
para currar más de un mes:

Hay que quitar los montones
de tierra de la pared.
È de la parte sin césped
poner la piedra otra vez.

Falta facer el estanque,
el seto, dejar fetén.
Replantar fermosas flores,
replantar el césped bien.

Y dejamos aún con eso
la poda de la catalpa
quitar el viejo cerezo,
podar al de las manzanas.

Santo cielo, ¡ya me espera
otra tunda de palmar!
ahora que se recupera
èsa mi zona lumbar.

"Cariño, non te preocupes"
- le digo a la mi mujer -
"no hay mal que cien años dure"
(non creo que aguante diez)

El sábado, llegado el alba,
de pico è pala cargado
voy al jardín de mi alma
a segur con lo iniciado.

Aquí comiençan mis penas:
me acerco al rincón del fin
(de lo poquito que queda
incólume en el mi jardín)

Veo al mi rosal despistado:
cojo azada, e meto tajo.
De paletón pertrechado
saco el rosal desde abajo.

Ni se queja el pobrecito;
con sus vergüenzas al sol
déjole en agua un ratito
mientras fago un boquetón.

Agujero grande e libre
- como la España anterior -
al lado del de su estirpe
fago con el mi azadón.

Replanto pronto al ahogado
que cual pez fuera del agua
por minutos se ha mustiado,
aunque tiene cuatro ramas.

Ahora, me falta ese otro
rosal de pitiminí
pienso: "vaya nombre tonto
pusieron tan baladí"

No me imagino a Darío,
ni a Ciro ni aún a Artajerjes
dando aqueste apelativo
a una planta ni a un esqueje.

¿Pues non dicen que son persas
los rosales? ¿o son chinos?
Mas, ¿non eran holandesas
las rosas por estos sitios?

Bueno, entretanto darle
al cacumen he cavado
debajo de la raigambre
y queda desarraigado.

Me siento cual asesino
mas non queda más remedio
o trasplanto el rosal chino
o me lo quito de enmedio.

Le busco sitio en el seto,
meto pala, mas ¡que horror!
tres bulbos quito de enmedio
al meter el paletón.

¡Ay, mis bellas florecillas,
que empezaban a salir!
¡sus corolas amarillas
acusan su triste fin!

A lo fecho, pecho, Saulo.
Me afano en el mi trajín
o me doy prisa en el tajo
o muere el pitiminí.

Al fín queda medio lelo
sus tallitos cual manojo
de espárraguitos trigueros
tirados por los rastrojos.

Ahora, limpiar maleza
es la próxima labor,
è me tiro de cabeza
armado del azadón.

Corta, arranca, desentierra,
desbroza con la azadilla;
sin pudor mete tijeras
en el suelo de rodillas.

Las manos se despellejan,
el pelo, caído en los ojos;
las gafas llenas de tierra,
las rodillas por rastrojos.

Terminado aqueste punto.
Agora viene lo bueno,
que es arrancar a lo bruto
el pitaco del extremo.

¡Cómo pincha el desgraciado!
¡Non te resistas, que mueres
lo mismo si me has dejado
espinado hasta los dientes!

Con otro certero golpe
le arranco hasta el cepellón
è lo tiro, aunque soy torpe
lanzando con azadón.

Toca pincharse aún con guantes:
atrapallo con la pala
un malabar de feriantes
semeja è non cojo nada.

Sólo falta quitar piedras.
Sería fácil - digo yo -
si los brazos resistieran
a tan cansada labor.

Apilada la rocalla
en montones sobre el césped,
el desierto del Sahára
comienza a parecer èste.

Ya non queda más remedio,
ya non cabe excusa alguna
he de quitarme de enmedio
la primera de las dunas.

Mas non tengo carretilla,
¿cómo mover - digo yo -
los quintales de arenilla
è facer nuevo montón?

A pala non puede ser,
o daré tantos viajes
que al baúl de la Piquer
ganaré en kilometraje...

¿Y si la llevo con cubos?
Cubo - digo - en singular.
Que como sólo hay uno
y de plástico, se rajará.

Al final - bombilla blanca -
se me ocurre una idea:
tengo una manta guardada
vieja, dura è muy fea.

Lo haré como en las mudanzas
se trata de echar la tierra
en el centro de la manta
è luego tirar de ella.

Cierto es que arrastrará
por encima del maltrecho
césped todo el arenal,
pero polvo ya está hecho.

Con un quintal de paladas
de entrada cargo la manta
dejo esquinas anudadas,
è tiro, mas nada arrastra.

Miento, mis pies sí patinan
por la arena è casi caigo
è pego, a ver si adivinan
con qué parte en todo el barro.

Salvada la compostura
pienso me pasé de largo,
è quito de arena dura
la mitad de lo cargado.

Ahora, ahora sí puedo,
digo mientras del esfuerzo
se me escapaba un "credo
en dios" o sea, un cuesco.

Vamos, que casi defeco
del esfuerzo de tirar.
È me digo: asín non puedo.
menos tendré que cargar.

Me llego hasta la otra esquina
doy la vuelta en un gracioso
trompo de manoletina
è toda la arena arrojo.

Ánimo, ya sólo quedan
diez mil viajes que hacer.
Y antes de las carreras
de mañana acabaré.

Cargo otra con la pala
a fe mía, más prudente
arrastro otra vez la manta,
la vuelco más fácilmente.

Embriagado de alegría
cargo otra manta al momento,
cual Schwarzenegger, diría,
más sudando cual jumento.

Cargo la arena con brío,
con ganas rompo terrón;
cargo mantas con trapío,
con pala è con azadón.

Voy faciendo montonera
en la esquina del jardín
que hasta mi cintura llega,
mas sigo sin ver el fin.

Así, por media jornada
sangre è lamentos sudando
transporto la tonelada
è la voy amontonando.

De vez en cuando mi hija
apiádase de mi ser
è me acerca la botija
con líquidos è con miel.

E yo le digo: hija mía,
acuérdate de tu padre
ya que mañana podrías
encontrarte con que es tarde.

Pues non sé a aqueste paso
si mañana aquí estaré
que deste viaje la palmo,
cual liebre bajo lebrel.

Continúo con ahínco
por la labor acabar,
è termino hacia las cinco,
è me despongo a zampar.

"¿Cómo va todo?" - pregunta
mi señora en la cocina,
mas por mi cara barrunta
è la respuesta adivina.

"Tranquila, que dèsta acabo
con la arena del jardín.
Lo que no queda tan claro
es si acabarás sin mí"

El lunes preveo un día
de agujetas è dolores.
Toma azúcar è recuerda
cómo fue el de los zanjones.

El tan sólo recordallo
los pelos pone de punta:
una semana pasaron
mis músculos en aguja.

"Pienso pasar todo el día
de mañana en el sofá
rascándome la barriga
è intentando descansar.

Y me veo, mientras reposo
las carreras del domingo,
pues quiero ver al Alonso
a ver si suda lo mismo."

Corta se me hizo la siesta
cuando volviendo al trajín,
empiezo a colocar piedras
otra vez en el jardín.

Vuélvete a la esquina: allana
el montón hasta igualarlo.
Ayudado con la pala,
me dispongo a aterrazarlo.

Cual un enfante en la playa
fago escalones de tierra,
armado de azada è pala,
è doblado de las piernas.

Cuando el sol ya me abandona
caigo exahusto al sofá
pensando: desta poltrona
en vida non salgo ya.

Prácticamente me acuesto
a rastras è sin cenar
pues la cuchara non puedo
tan siquiera levantar.

Ay de mí, temo el mañana
cual un reo encadenado
que tiene con la diana
patíbulo asegurado.

Non duermo: los ojos cierro
è caigo descoyuntado.
Lo siguiente que recuerdo
es que el día ha despuntado.

Ya es de día. Me incorporo,
o mejor dicho, lo intento,
pues son mis piernas de plomo
è los brazos están muertos.

Domingo fue de dolores,
pero el lunes mucho más,
pues además los señores
tenemos que ir a currar.

Terrible fue el cachondeo
de la gente con la cosa
de andar más espatarrado
que muñeca de famosa.

Que si pareces preñado,
que si andas cual bebé,
que parece que te han dado
por do el nombre non diré.

Comienzan - tres días después
de suplicio impresionante -
las agujas a ceder,
mas el tormento es constante.

Una fibrilar rotura,
concluyen los entendidos.
Tranquilo, que eso se cura
tras unos días de suplicio.

Paso tres o cuatro días
caminando cual pinocho,
con las piernas de madera
è las rodillas de corcho.

Albricias, al fin es viernes,
è observo circunspecto
la metereología en ciernes
(o sea, al hombre del tiempo)

Con lágrimas en los ojos,
de puro agradecimiento,
observo: lloverá todo
el fin de semana entero.

O sea, que en lo tocante
a las obras, de momento,
faceré punto è aparte,
pues non acompaña el tiempo.

Saulo.
(amenazando con continuar)