miércoles, 24 de agosto de 2005

Capítulo I - De zanjón è montonera



Mi querido amigo Tiago:
permitidme que describa
del domingo, día aciago
la peripecia sufrida.

Trátase de un esperpento:
en tal día tenía cita
con la familia al completo
de mi amada mujercita.

Quedamos por ver qué era
aquella mancha fatal
que dejó pared entera
del garage cual Vietnam.

Ya sabéis qué es lo que pasa
cuando tienes un chalé:
vives como en una casa,
curras como en un hotel.

Ya dijo Dios en su día:
respetadme los domingos
è qué gran razón tenía.
Eso te lo juro, amigo.

Total, que todos venían
a comer y hasta a currar.
pues mi cuñado arquitecto
nos venía a asesorar.

Dijo: "esto se ha de hacer
de aquesta manera é forma:
Cavando un poco se ve
en qué estado está la cosa."

Se trata de hacer 'la cala'
que de nombre más recuerda
al jamón que se regala
que al ahorcado con su cuerda.

Pronto se vio que, al final,
aquello era lo segundo
pues terminé de cavar
cual topo en el inframundo.

Pues dijo aquí el interfecto
- siempre con buena intención -
que se ofrecía al momento
a terminar la función.

Se trata de que está mal
el aislante rematado
cavamos un poco más,
é se queda terminado.

Luego, con poner un trozo
de un aluminio lacado
dejamos este destrozo
cual si no hubiera pasado.

Bueno, repuse yo ufano:
¿non podemos contratarlo
aunque sea a unos rumanos
que nos lo fagan barato?

"Non, por Dios, qué tontería
esto se hace en un momento",
dijo en bloque la familia.
Dije para mí: "estás muerto".

Zanja de un codo de ancho
é dos codos de profundo,
de cinco pasos de largo,
non creáis que me confundo.

Sudaba yo cual Torrente
a puertas de un lupanar,
y además, con el relente,
sudando como un gañán.

Mi cuñado que en las obras
se encuentra como en su casa
me decía:¡no me jodas,
pero si esto no es nada!

Mas después de horas, cinco
de azada, maceta é pala
é de darle con el pico
terminóse al fin la zanja.

Al ver que aquello acababa,
marcheme a por las paellas
é a la vuelta me esperaba
de las noticia, la estrella:

"Pues parece que nos falta
un buen trozo del aislante.
Cavaremos más profundo
e le echaremos el guante."

¿Más profundo? demudóse
mi rostro cual cera pura,
viéndome otra vez metido
en barro hasta la cintura.

"Poca cosa, sólo un trozo
lo suficiente por ver
en que parte se ha quedado
é qué podemos facer."

Ya las carnes me temblaban
comenzando la comida.
Aquello no se acababa
é hasta el alma me dolía.

"¿Contratarlo?¿Tú estás tonto?
¿en teniendo aquí a mi hermano
ingeniero y arquitecto
y a todo esto acostumbrado?"

Pues nada, déle usté al pico
debajo de la escalera
hasta que por fin llegamos
a encontrar la tela aquella.

"Que cómo facen las casas.
Todo de cualquier manera.
Por ahorrarse unas migajas
te contratan a cualquiera."

"Es adrede. No es mentira,
que no importa que se caiga
si la garantía expira
antes de que aquello salga"

Todo esto comentaban
indignadas las señoras
el abuelo é mi cuñado.
Mas yo, contaba las horas.

Total, que al final ya vimos
cuando la luna salía
que, tras currar como primos
hay que acabar otro día.

Se decide que compremos
la manta asfáltica aislante
é finalizar podremos
el fin de semana entrante.

O sea, que para aquello
de facer 'pequeña cala'
por mi parte casi muero
é me queda otra jornada.

Habéis de ver mi jardín,
después de tan limpia obra.
Parece que en el, por fin,
hubiera caído una bomba.

Hay de tierras montoneras
cual si hubiera enterradores
Taladas enredaderas,
hojas, ramas é tocones.

É la zanja, qué deciros,
¡si asemeja una trinchera
la parte donde estuvimos
debajo de la escalera!

Temiendo yo a la agujeta
en vez de cenar, tomé
- cuando acabóse la gesta -
todo el tarro de la miel.

Qué noche, la de dolores,
al analgésico dado,
cual boracho a su botella,
a la aspirina enganchado.

É que manos, mi Don Tiago,
habríais de ver qué aspecto:
tecleo con los muñones,
pues los dedos no los siento.

Mas aquí no acaba el cuento
compraré telas é grava,
é me espera otro tormento
aqueste fin de semana.

É de elegir o divorcio
o morir en el intento
é non sabré que negocio
optaré en ese momento.

Me despido pues, amigo
hecho unos zorros del cuerpo
casi sin haber dormido
é resignado a facerlo.

Por último he de deciros
que si echasteis unas risas
donéis algo al montepío
de muertos por contratistas.

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