Saulo:
¡Cállese ya de una vez
el corpóreo continente!
De llorar termine usted.
¡Deje fablar al durmiente!
Es Don Saulo un caballero
de vieja usanza investido,
aunque non pueda decirse
que non sea bien vivido.
Gusta de los buenos caldos,
en la buena mesa goza,
è después de los cigarros,
gusta de amar a las mozas.
Es en estas ocasiones
cuando sale a relucir
su talento, sus canciones
è su gusto en el vivir.
¿Que si deja a Pablo a oscuras?
¡Que se apañe el perillán,
que ocasiones tuvo muchas
que dejó desperdiciar!
De casa al tajo è de vuelta.
¿Llama usted a eso vivir?
Ya tendrá que rendir cuentas
cuando le llegue su fin.
Aprenda de mí, muchacho,
que sé bien lo que facer:
a las mozas requebrando,
è desplegando saber.
Sigamos, è por mi alma
le ruego non me interrumpa
mientras fago mi semblanza,
o le envío hacia la tumba.
Fablaba del mi buen gusto
por la mesa è las viandas,
por las carnes en su punto,
por la caza escabechada.
De verduras, también éstas
me placen. Especialmente
esas joyas de la huerta
que vemos tan raramente.
En estos tiempos que corren,
en que todo es congelado,
de las cámaras las cogen
cual helados cosechados.
Por eso cuando me encuentro
despistada por la mesa
una que sea de huerto
a la panza va derecha.
De los frutos de los mares
faceré punto è aparte.
Non es que non me depare
placer echarles el guante.
Lo que sucede es sencillo:
cuando los peces ataco
con tenedor è cuchillo
con su espina me atraganto.
È como es flaco el sabor
que llega hasta mis papilas
- debido al congelador
al que fueron sometidas -
sus carnes por general
de segunda considero,
salvo si - casualidad -
me las aprieto en un puerto.
Qué decir de caldos finos,
que non diga ya el refrán:
que al que non le gusta el vino
es egual que un animal.
Para éstos siempre a punto
presto tengo el paladar.
Que por cierto siempre educo
con los caldos del lugar.
De los tintos gusto todos:
de Rioja, de Ribera,
Valdepeñas, Barros, Toro,
Somontano, Cariñena...
è montones de otros tantos
quen este enstante non puedo
detallar aun siendo gratos
para mi los sus recuerdos.
En esta tierra querida
no hay nada que sea mejor
que los tintos que destilan
en cada villa è mesón.
Si son blancos, mejor secos;
en tratando de yantar.
Los dulces dejo para ésos
aperitivos è tal..
Para pescados aliño
non encontraré mejor
quese vino de Albariño
quen Galiçia se inventó.
È ¿qué dicen del Cigales?
¿o el de Cebreros (clarete)?
entran bien, è mejor salen,
aunque a siesta te someten.
No hay mejor manera - digo -
de facer la degestión
que siesta, tras un buen vino,
de orinal è camisón.
Non me olvido de los postres,
¡cómo iba a hacerlo yo!
mas prefiero los sabores
que non pasan de dulzón.
Ácidos, dulces, amargos
en templada senfonía,
son de mi gusto ese lazo
que rubrica la comida.
È nunca se olvide usted,
para el ágape acabar,
de enfusiones, de cafés,
è lo que viene detrás:
Los licores, los placeres
de volutas al fumar...
todo esto es el copete
que nunca debe faltar.
Non puedo acabar la glosa
del placer que me depara
la buena mesa si ahora
aquesta cosa olvidara:
Es la buena compañía,
la tertulia enteligente,
de la mesa qe se precie
el prencepal ingrediente.
Non hay mesa si uno es solo.
Solo tablón y a jalar.
Si non fablas por los codos
non se desfruta el yantar.
Sobremesa prolongada
es la manera de hacer
buen servicio al entelecto,
que también ha de comer.
Sólo con tal alimento
es nuesa ánima saciada,
que mediante el entelecto
se alimentan nuesas almas.
Falta aún por darle agora
de comer a otro bribón,
que aunque cosas non devora
requiere nuesa atención.
En requebrando a las mozas,
en ganando su atención,
en buscándolas a solas
se alementa el corazón.
Que non de pan solamente
se alimenta el hombre, creo,
è con esto justamente
se alimenta nuestro ego.
Ver rendida a la doncella
a nuesa fuerça enterior,
è admirar la su belleza
da comida a nueso yo.
El resto, lo dejaremos
para otros caballeros.
Aunque jóvenes è apuestos,
non me cambiaba por ellos.
Pablo:
Como veis, el tal Don Saulo
se cree un conquistador.
¡un pedante, un endiosado
vanidoso digo yo!
Lástima dan las doncellas:
de su verborrea aturdidas
mareada su cabeza
entre versos è coplillas.
Que digo yo que podría
maese Saulo, tal vez,
dejarnos alguna viva
para el resto del plantel.
Pienso que usted alucina;
que de viejo è desdentado
la su vista ya no es fina
è confunde de ganado.
¿Non serán esas doncellas
que facen corrillo tal
las sufridas mesoneras
que esperan para cobrar?
¿Non será que su belleza
que emagina usted ofrecen
trátase de alguna cuenta
que de su pago requiere?
¿Non será la sobremesa
que por la cena aforar
le lleva la mesonera
a la cocina a fregar?
Cuando piensa que le invitan
a sus aposentos mozas...
¿Non será más bien que insistan
para que friege la loza?
Otro inciso: de los caldos,
es de justicia indicar
que si reservas tomamos
soy yo el que ha de pagar.
E non olvide Don Saulo,
que los Pesqueras, Ardanzas
è los otros tintos caros
non cató en las sus andanzas.
Si non me falla la Hestoria,
allá por el siglo quince
non tiraban de Tondonias,
ni en los Reales convites.
Non dudo que de reservas
ya desfrutaran algunos,
más sí de que se sirvieran
en mesa de todo el mundo.
Que sí, que de naturales
a los caldos de sus tiempos
éstos non pueden ganalles,
más dudo que fueran buenos.
¿Desfrutaba solomillos,
lubinas è mejillones?
Que non llegarían, digo
a Castilla en condiciones.
Más bien creo recordar,
las bacaladas bien secas:
sólo pescado en el mar,
sólo carne en la meseta.
Reconózcalo, rufián.
Sé que a un cristiano conmino.
Menda no ha de comulgar
con sus piedras de molino.
È de su charla galante...
de su preclaro entelecto...
mire usted, Don Saulo: ¡pare,
yo le aguanto el día entero!
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