miércoles, 24 de agosto de 2005

Capítulo III - De la mea contrata


A cantar tamaña gesta
me dispongo con premura
por ser defícil apuesta
ganar en lucha tan dura.

Aquesta batalla èpica
intentarè sea cantada
en octosílaba mètrica
è por todos recordada.

Todo empezó de puntillas
cual quien no quiere la cosa:
"Començemos esa obrilla"
- encargóme Doña Rosa -

"Habrá que forrar el muro
de acceso a nueso jardín
pongamos piedra de musgo,
busquemos buen albañil."

"Fablad con nueso vecino,
aquél que de obras entiende,
è contrata con buen tino,
aquél que te recomiende"

Pues allí marchó el buen Saulo,
- iluso cual colegial -
a interpelar al manitas
que habita el chalé de atrás.

"Sí, sin duda, todo es fácil"
- le dice sacando pecho.
Fue la repuesta tan grácil
que Saulo pensó: "está hecho"

"Observa los mis arreglos
bellos è bien acabados.
Me los fizo la cuadrilla
que está en el chalé de al lado"

"¿Al lado dices?" - se admira
Saulo viendo el cielo abierto -
"Pues vayamos con las mismas
a ver a tal arquitecto."

Toma Saulo sus medidas,
calcula metros cuadrados
plano en ristre se encamina
a conocer al loado.

Ya parecióle algo raro
cuando pregunta por Mario
è responden en polaco
"¿Maguio? stag okupado".

"Móvl. Este" - dice un tipo
con la paleta en la mano
è pañoleta con picos
cubríendole el su terrado.

È le alarga una tarjeta,
le enchufa su aliento a güisqui,
con un nombre de cien letras
del tipo "Mario Grozinski".

A Saulo le huele mal
la cosa, incluso piensa
si el vecino no tendrá
comisión en tal empresa.

Pero bueno, llama al móvil
que en la tarjeta figura,
è pregunta al poco: "¿Mario?"
aún inmerso en la duda.

Poco dura el desconcierto,
bien pronto queda aclarado.
Inconfundible el acento
del tal Mario: no es polaco.

Rumano de la mesma Hungría,
junto a Austria: Budapest.
El pasaporte decía:
"no se sabe de dó es."

"Bueno, pues nada, racista
a mí no me han de llamar.
Que esta gente viene lista
a currar y a trabajar..."

È le cuenta el su proyecto
al endeveduo entre señas
de forma que el arquitecto
entienda bien sus ideas.

"De qué valdrá" - se pregunta -
"facer señas, si es un móvil"
Face aspavientos que asustan,
viéronse desde Chernóbil.

"Sí" - responde el interfecto
a cada frase de Saulo -
"Sí, que sí, claro, cogecto"
egual que un disco rayado.

Cuando llega hasta el final
de relatar la su idea,
dice el otro sin dudar:
"Es poca cosa, no tema"

"¿Poca cosa? Diga cuánto
le tendremos que pagar,
è cuando estará despuesto
para la obra abordar."

"Pues cosa de ciento è pico"
- responde el interpelado -
"Paga semana que viene,
en un día está acabado."

"Caramba" - se maravilla
Saulo al ver que será pronto -
"¿Ciento è pico? Cierre el precio,
o ¿Me toma usted por tonto?"

"Entge cien y cientoveinte"
- dice Mario sin dudar -
"Podgemos haceglo el jueves".
- afirma para acabar.

"Bueno, en tal caso, de acuerdo.
Para el jueves ya quedamos,
è hasta cientoveinte euros
al terminar le pagamos."

Vuelve Saulo tan ufano
a ver a la su señora:
"Cariño, ya está arreglado.
Sólo me costó una hora".

Cual héroe troyano mira
Doña Rosa a su consorte.
Hasta le afirma que admira
la gallardía de su porte.

Saulo, henchido de orgullo
se siente tal cual Heracles
tras vencer las doce pruebas
è regresar de los Hades.

Èluso, no sospechaba
que con estos del cemento
donde dije digo, Diego;
è non vale juramento.

Llegó el jueves mentado,
Saulo espera elusionado
a llamar a su Señora
para ver si han terminado.

"¿Que si acabaron, preguntas?"
- repregunta la mentada -
"Su velocidad asusta
non he llegado a ver nada..."

"Pues,¿qué pasa? ¿non terminan?"
- inquiere tomando aire.
"Ni terminan ni comienzan.
Aquí no ha venido nadie".

Mira al cielo el pobre Saulo
è observa que mucho llueve:
"Llueve a cántaros, por tanto,
facer obras non se puede"

Llueve el viernes, sigue todo
el fin de semana así.
Para cuando llega el martes
para de llover al fin.

Llama Saulo al arquitecto,
que contesta: "¿Digamè?"
"Hola, soy Saulo. ¿Recuerdas?
Desde el jueves te esperé"

"¿Saulo?¿Qué Saulo me dice?
¿quién es usted? no saber"
- Los pelos tal cual escarpias
se pusieron en su piel -

"Saulo. Quedamos el jueves,
para una obra facer.
Pensé: non viene pues llueve,
¿Cuándo va a venir usted?"

"¡Ah," - dice haciendo memoria -
"es aquel con quien quedé
paga faceg poca cosa
en su casa!. Ya lo sé"

"Pues migue, estoy en Hetafe
es tan lejos, migue usté,
que paga haceg un tgabajo
tan pequenno no podgé."

"¡Voto a Brios! ¡He quedado,
tengo palabra de usted!
¡Si ahora me deja colgado
se arrepentirá, pardiez!"

"Non pgueocupagse que vamos,
semana del dia dies,
paga haceg otgo tgabajo,
y ya hacemos su paged.

El mateguial espegamos
paga ese oto chalé.
La buhagdilla acabamos
e mando alguien a usté"

"¿El material? ¿Para cuando
eso puede suceder?"
"Mateguial llegag el jueves,
a las nueve le vegué."

Llama de nuevo a su casa
Saulo è dice a su mujer:
"De este jueves no pasa,
que nos hagan la pared."

Los días pasa expectante.
El jueves es soleado.
Saulo piensa "mosqueante,
que éste no haya llamado"

Vuelve a tirar de aparato
pensando: "Me va acostar
un ciento. Mejor contrato
acciones de Movistar"

"¿Mario? Soy Saulo de nuevo.
Te estoy esperando aquí.
¿A que hora más o menos
tenéis pensado venir?"

"¿Saulorrggg?¡No se oye nada!
No teneg el mateguial.
No ig en esta semana.
¡Paga el sábado llamag!"

"Malandrín, llevo esperando
desde face quince días,
è faltando al mi trabajo
cuando decías que venías.

¡Llámame en cuanto tengas
el dichoso material.
É avísame cuando vengas.
No te olvides de llamar!"

"El lunes, lunes, segugo.
Y antes a usted llamag.
Es poco, usted no pgeocupo,
espegag el mategial."

"Vale, espero tu llamada
y no me falles ya más
que no quiero otra jornada
de absentismo laboral"

Y así quedaron las cosas,
Saulo creyó: "bien atadas"
è esperó por si las moscas
hasta aquel fin de semana.

Llega el sábado, non llama
el arquitecto al cliente,
y aunque espera la llamada
non quiere ser impaciente.

Al fin llama por la tarde:
"Non responde al aparato.
Me veo otra vez en balde
esperando a este pazguato"

El lunes por la mañana
Saulo marcha a trabajar,
è a mitad de la jornada
el móvil viene a sonar.

"Saulo, soy Maguio y estamos
llamando a la puegta y nadie
nos abge. ¿Qué esta pasando?
¿Pogqué usté no nos abge?"

"¡Voto a todo!" - exclama Saulo
por los demonios tomado.
"¿Non le dije que llamara?
¡Ahora estoy trabajando!"

"Pues si no habeg nadie, nada.
¿Que haceg con las piedgas éstas?
Paga toda la mañana
dejaglas en la su puegta."

"¡Déjelas donde usted quiera!
¡métaselas do le quepan!
¡Y a las tres de aquesta tarde
quiero verlo aquí en mi puerta!"

"Bueno, a las tges entonces,
pog su casa nos pasamos."
"¡Que no me falle este hombre!"
- pensó Saulo cabreado.

A las dos - una hora antes -
le llama su Doña Rosa:
"¡Saulo, no entro en el garage
porque está lleno de losas!"

"Non te preocupes mi dueña
que Mario viene esta tarde
è por eso están las piedras
en la rampa del garaje."

"Bueno, pero son muy feas,
claruchas, color canela.
¿Non me dijiste que negras
habías pedido las piedras?"

"Bueno, negras totalmente
a fe que non las pedí.
Fue 'de musgo' solamente
las instrucciones que dí,

pero si a usted, mi señora,
non le placen las cambiamos.
Eso sí, no sé en que hora
volverán los desalmados"

"No digo que sean feas.
Sólo que non son oscuras.
Tenía hecha una idea,
y parecen poco duras."

"Pero ¿non son de granito?
¿acaso calizas son?
A ver si me ha metido
gato por liebre el bribón..."

"Bueno, ¿vienes o que faces?"
- pregunta al fin la su esposa.
"Mi dueña, estoy trabajando...
Non falto por cualquier cosa..."

"Pues yo sóla non decido
si las hay que devolver.
Venga al punto, señor mío,
y retórnese después."

Acelera su tarea,
decide, delega, encarga,
toma las de Villadiego
è sigiloso se larga.

Llégase hasta sus lares
descompuesto de correr.
Observa los minerales
e muy raros non los ve.

"Ya que estoy aquí" - medita -
"al tal Mario voy a ver
por saber la hora bendita
en que las van a poner."

Con gran zancada se acerca
hasta aquel chalè de al lado
é allí encuentra al paleta,
aquél de acento polaco.

"¿Maguio?. No. Él comeg"
- afirma como si tal cosa.
È Saulo torna otra vez
a su casa con su esposa.

"Vea mi señora que yo
non veo feas las piedras.
E si decimos que non
más larga será la espera.

He visto que otros vecinos
las tienen deste color
è parecen bien bonitos
sus cocheras, digo yo."

"Pues bien, si te gustan, vale"
- afirma la su consorte -
"Luego non digas que tales
piedras quedan cual pegote".

È tomando ipso facto
Saulo las de Villadiego,
corriendo vuelve al trabajo
pensando: "Desta me muero".

Toma de nuevo las riendas.
Revisa mil è un errores,
considera cien propuestas,
realiza mil correciones.

Non recibe hasta su marcha
comunicación alguna
è por fin vuelve a su casa
cuando la noche despunta.

"¿Ya vinieron los obreros?
¿Terminaron las tareas?
¿Te pidieron los dineros?
¿Están fermosas las piedras?"

"Sí, vinieron." - dice ella -
"A las cinco y diez llegaron.
Metieron todas las piedras
y antes de y cuarto marcharon."

"Pero, ¿cómo?¿no están puestas?
¿no fablaron de volver?"
"Mira: no hay quien les entienda.

En que llamaran quedé."
Saulo muda el su color,
negro está más que las rocas
ya se teme lo peor:
las demoras non son pocas.

Coje de nuevo aparato.
Frenético marca ya.
"¿Maguio?" - dice al aparato -
(No sabe ni pronunciar)

"Si, digamé. ¿Quién llamag?"
- le responde el interfecto.
"Saulo soy, so perillán."
- responde torciendo el gesto.

"Las piedras las han dejado
en medio del mi jardín.
¿Cuando van a venir, Mario,
a ponérmelas por fin?"

"Non pgeocupag, que mañana
iguemos paga poneg.
A las nueve mando a alguien,
como dije a su mujeg"

"¿A las nueve? Yo non puedo.
Faltar al tajo otra vez" -
piensa para sus adentros
Saulo tragando su hiel.

"Mira, Mario, no podemos
esperarles otra vez.
Ya me dirá lo que hacemos
por que pueda pasar él"

"Non pgoblema, ya pensado.
Pog valla él saltagá.
Estág todo contgolado.
Usted ya no pgeocupag"

"¿Por la verja dices, pillo?
¿Y que pasa si le ven?
me veo en el cuartelillo,
faltando al curro otra vez.

"No, nada pasa, tganquilo,
que venig mucho hasta aquí,
y conoceg al dedillo
toda la Guardia Civil"

"Bueno, mas yo no os conozco,"
- dice harto Saulo al fin.
"Como llamen no me pongo"
- elucubró para sí.

"Vale, que venga a las nueve.
Ya veremos que se hará
por abrirle y que no tenga
nuesa verja que saltar".

Cuelga è le dice a su esposa:
"¿No te hablaron de saltar?"
"Tal vez" - dice doña Rosa -
"Se les entiende tan mal"

"Dicen de saltar la verja,
para trabajar después"
"¡Ay, por dios!" - responde esta
"Tiene que venir Esther".

(Aclararé en este punto
que la mencionada Esther
doncella de confianza
en casa de Saulo es)

"Pues se nos muee del susto
si abre la cortina è ve
al paleta en los arbustos.
¡Slgo hay que hacer, pardiez!"

"Además" - recuerda Rosa -
"consideremos que es
de Guardia Civil esposa.
Puede montar un belén."

"Vale" - Saulo resignado
acepta lo inevitable -
"por despedido me fago:
iré al trabajo más tarde"

A las seis se me levanta.
lleva a la escuela a su filla
Vuelve con la su esperanza
de evitar la rencilla.

Nadie viene, pasa un rato,
torna otra vez al jardín.
Mas ¿qué es esto? ha saltado
por la verja el malandrín.

"Hola" - dice mientras abre
la puerta del su jardín
(antes sitio inexpugnable)
al paleta borrachín.

"¿Hola, hola, como estag?
Saltag valla, no pgoblema "
indica el otro hacia atrás
hacia la maltrecha verja.

Tres capullos en el suelo
atestiguan su pericia
mira los rosales muertos
"Que sea su última picia"

"Mire, espero a mi sirvienta"
- comienza su perorata,
hasta que cae en la cuenta
de que no entiende ni papa.

Por señas y recalcando,
cual indio en el viejo oeste
le fabla Saulo al polaco
intentando que se entere:

Viene aquí (apunta al suelo)
Señora (omito el gesto)
no susto (se estira el pelo)
limpiar (face el barrendero)

"No pgoblemo" - dice el otro
"señoga yo no asustag"
"¿Soy tan feo?" - en su rostro
ve que quiere preguntar.

Exahusto ante tal perorata,
Saulo se sienta en su lar
è por non meter la pata
se decide a esperar.

Al fin llega la doncella
Saulo dice: "non te asustes
si en el jardín a un paleta
te toparas tú de bruces"

"Bueno, vale, mas te pido
que non entre en al salón
que voy a dejarlo limpio
con fregona y escobón"

De pronto, suena la puerta.
(la de acceso al exterior)
è por la ventana abierta
ven que el otro se escapó.

Sale al punto la doncella.
Se precipita al salón.
Lo encuentra lleno de huellas
de cemento con horror.

Mesa sus cabellos loca:
"Ahora lo he de limpiar"
sólo que ahora me toca
tener también que frotar"

"Mire Esther, cómo lo siento,
iré a fablar con él
por que pase en un momento
è non lo faga otra vez."

"Oiga, ¿a dónde va tan pronto?"
- abordando al malandrín -
"Cigaggeta" - dice el otro -
"ahoga volveg al jagdín"

Saulo se encuentra atrapado
entre espada é la pared.
Si le dice que non pase
es capaz de non volver.

"Pero si non se lo digo,
la doncella perderé.
è tal como está el servicio
me voy a hartar de barrer"

Mire ustéd: van a limpiar
el salón en un momento.
Si usted pasa, va a manchar
è non tendrá lucimiento.

Por los gestos de limpiar,
è barrer, el otro entiende,
è le dice: "Yo saltag
pog la valla. ¿Me compgende?

Ya ve Saulo sus rosales
al ras de los caracoles.
"Tendré que elegir alguno:
doncella, piedras o flores"

¡Voto a Zeus! esto es
tocar a uno lo de abajo.
Yo me voy, no vaya a ser
que además pierda el trabajo.

Se marcha en su carruaje
camino de su labor.
Pasa el día sin que pase
nada digno de mención.

Cuando llega a su morada
su señora ya le aguarda
a la ventana asomada
mudada su cara en larga.

"¿Que ha pasado, terminaron
al fin la del Escorial?"
- finge sentirse animado
por no empezarlo ya mal.

"Hace un rato se han marchado
mira cómo esto quedó:
parece bombardeado
cual Irak nueso salón"

"Vamos a ver como ha sido.
¿Miraste si quedó bien?"
"Sabes que desto no entiendo"
"Ruego al cielo.." - empieza él.

"Bueno, no quedó tan mal"
- comienza conciliador
viendo el cesped despuntar
entre cemento y terrón -

"Por el césped son mil euros
los Rosales son cien más.
para quitar el cemento,
varios días sin parar..."

"Mal me veo: " - el pobre piensa -
"hasta el verano no habrá
un sólo día de fiesta
que non tenga que limpiar"

"¿Bueno, te gusta el murete
tal y como nos quedó?"
- ya le sale de falsete
hasta con gallos la voz.

"Sí querido es muy bonito.
Nos tendremos que pensar
si forrarnos con granito
todo el garage además"

Reza una losa de mármol
en la pared del jardín:
"Aquí yace el pobre Saulo.
Descansa en paz, por fin."


Saulo.

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