miércoles, 31 de agosto de 2005

Asunción Real

(www.bdkolyma.com)

Acudió Doña Asunción
a plantar los sus reales
a un ágape en un salón
pensando en los calamares.


Prometía la ocasión,
pues convite de postín
ponía en la invitación.
(ella ayunó desde Abril)


Cuando arribó a tal evento,
la pobre desfallecía
tal era su sufrimiento
por el hambre que traía.


Acercóse el camarero:
una bandeja traía
llena de carabineros
que a Doña Asun ofrecía.

Muy finolis, el primero
toma con delicadeza
mas se aleja el camarero
llevándose la bandeja.

Inicia persecución
del crustáceo disidente
atravesando el salón
mientras empuja a la gente.

(www.divertinajes.com)Ya se acerca. Un par de metros
le separan del manjar,
cuando observa que unos dedos
el último van a tomar.


Salta sobre las cabezas
del gentío que, asombrado,
ve, como a cámara lenta,
a Doña Asun volando.


Llega tarde. De sus dedos
la presa escapa por poco.
Observa girando el cuello
que la ha capturado el otro.

Ella no mira adelante.
Su mirada quedó presa
del último bogavante
que poco a poco se aleja.

Ahora toca que aterrice.
La muchedumbre se aparta
para dejar pista libre,
mientras viene la ambulancia.

Pero nuestra amiga es hábil:
poco antes de estamparse,
con una pirueta grácil
se engancha al cuello de alguien.
(www.bdkolyma.com)

¡Santo cielo, si es la reina!
Mientras la pobre mujer
intenta huir de la presa,
cae Doña Asun a sus pies.



Rompe el collar de la reina
y comienzan a caer
esparramadas las perlas
rebotando por doquier.

Ahora un baile comienza
con todos los asistentes
resbalando entre las perlas
è intentando no caerse.

Desde aquí veo las croquetas
que viajan por los aires
sobre las regias cabezas
y los tocados reales.

Los vasos, muertos de envidia,
no quieren ser menos que ellas
y su líquido destilan
sobre escotes y pecheras.

(www.bdkolyma.com)

Mi Asun mira asombrada
todo lo que está pasando
con las cejas arqueadas,
ojos y boca cual platos.

Caza una cigala al vuelo
y ya se la va a apretar
cuando ve que desde el suelo
alguien la intenta agarrar.


Temiendo por su pitanza,
patalea por librarse
mas con mala suerte alcanza
al intruso en los ijares.

Se oye un grito desde abajo,
todo el salón se congela.
Parecen los invitados
estatuas de sal hebreas.

Pues es el rey quien gritaba
y ahora se revuelca
sobre la alfombra manchada
de cubatas y croquetas.
(www.bdkolyma.com)
Las manos mantiene unidas
sobre su zona "real",
puesto que noble sería
si fuera un marques o un par.



Hablando de pares: lleva
los sus pares tan sujetos
que hasta por su descendencia
temen ya sus consejeros.

Y aunque la sucesión
del trono parece clara,
el rumbo de la nación
podría cambiar la patada.

Los ojos de los presentes
van de Asun al monarca,
que en suelo se revuelve
cual porcino en su cloaca.

Agáchase la mujer
con cara de preocupada
para auxiliar a su rey
puesto que no se levanta.

Pero doblar las rodillas
no puede, no da la falda
y empieza otra pesadilla
cuando la costura raja.

Rásgase con gran estruendo
y Doña Asun se agacha
con gran rapidez, mas temo,
que sobre el pobre monarca.
(www.bdkolyma.com)

El ¡oh! de los invitados
debió oírse desde Francia
al ver a su soberano
bajo Doña Asun, sin faldas.


Se acerca entre resbalones
la reina por el salón
flanqueada de matones
de los de gafas de sol.

Mas no llega, pues resbala.
Se sujeta donde puede
que es en la zona blanda
del matón que la precede.

Es cuando empiezan los flashes
a iluminar la ocasión:
La reina, con sus secuaces.
El rey, bajo mi Asunción.

Fue portada en las revistas
y dieron la vuelta al mundo;
fueron las fotos más vistas
en el siglo veintiuno.
(www.bdkolyma.com)
Dedicado a Ascen

lunes, 29 de agosto de 2005

De Don Tiago Pesadilla

A Tiago, inspirador de mil
historias è mejor amigo aún.


Èra la sètima hora
è Don Tiago rebullía:
entre sus mantas ponzoña
desde sus sueños subía.

Destilaba sus humores
enfebrecido è caliente
soñando con mil ladrones.
Non cuarenta, como siempre.

Alí Babá transformado
en Alí Agka el terrorista
tenía a Tiago sudando,
particular gota fría.

En esto vino a sonar
la trompeta del heraldo
para venirle a enformar
del su castillo llamando.

Despertar fue parco alivio
pues vinieron a decille
que en aquèl, el su castillo,
pululaban malandrines.

"¡Voto a brios, me despierto
è sigue la pesadilla!"
Díjose el interfecto
derrumbándose en la silla.

"¿Non será - pregunta al cabo -
falsa alarma lo que suena?
Mire que ya estamos hartos
de lidiar en estas guerras..."

"Non, Don Tiago, aquí parece
que asalten el su castillo."
- dice el vecino de enfrente -
"Desde aquí se oyen los ruidos".

Salta Tiago de la silla
toma a su Mari del brazo
despierta raudo a su filla;
a su enfante va llamando.

En pejama e camisón
corren todos hacia el coche.
Fué Don Tiago campeón
de rallies aquella noche.

En menos de media hora
se presentan en su lar.
Mientras suena atronadora
la alarma en todo el lugar.

A arrebato ya le suenan
las campanas del su sitio.
Apostado en las almenas
anticípase al conflicto.

"Mas, ¿que pasa, nadie viene?
¿Non se atreven ya a venir?
¡A Don Tiago presto tienen
para matar o morir!"

"¡Ah, cobardes, non fuyades!"
grita desde las almenas
de su torre de homenaje,
aprestando su ballesta.

Mas enemigo nenguno
fizo facto de presencia.
Solamente aquel vecino
era su única audiencia.

Éste, encogido de hombros,
dice: "cumplí mi deber:
me tocaban los mondongos
è quise avisarle a usted"

Pasan las horas en balde
sin enemigo a la vista.
Tan sólo pasan chavales
vestidos de futbolistas.

Preguntan: "Ah de la casa,
¿no habrán visto por aquí
balón que de mi canasta
salió despedido allí?"

Mira Tiago enrededor,
con ceño ceñudo ceña.
Descubre en el mirador
al culpable de la greña:

de baloncesto un balón,
que por la brisa empulsado,
rueda por el mirador
golpeando los mamparos.

Cada vez quel aire entra
gira un poco la pelota.
La alarma que lo detecta
ulula como una loca.

Al fin, mirando con pena
sus fillos adormecidos,
a Doña Mari, su dueña
è al cabrón del su vecino,

vino a convenir Don Tiago:
"Falsa alarma hemos tenido,
a vista del resultado
más valdría haber dormido"

Fuese a dormir ipso facto,
toda la familia en pleno.
Mientras caía dí Tiago:
"Todo ésto ha sido un mal sueño"

viernes, 26 de agosto de 2005

De la pedida de mano

A Luis y a Rosi

Al principio, fue la Tierra,
al poco, los dinosaurios
è pasadas unas Eras
apareció ése tal Saulo.

Pasado un tiempo, Don Saulo
fue a echarse novia formal.
Hubo de pasar un año
antes de ir a su lar.

De su novia, la familia,
de lejos le conocían.
Por teléfono decía:
"Soy Don Saulo, buenos días"

Mas el tiempo iba pasando,
hasta que llegó ese día
en que no pudo evitarlo,
è presentarse debía.

Era Don Saulo, gallardo;
mas de aquella valentía
no iba el hombre muy sobrado
en aquel temido día.

Total, que bien trajeado
presentóse ante la puerta
de aquella casa, è temblando
tocó la aldaba con fuerza.

Con gran amabilidad
fue por su novia invitado
al su dintel franquear
(debió quedarse clavado).

Con balbuceos responde
al saludo que le ofrecen,
y entre perniles temblores
pasa al salón lentamente.

Allí, le espera, por fin,
el cabeza de familia
que, trajeado è gentil,
le recibe entre sonrisas.

Fue el prócer cordial è atento,
en su trato no hubo falla,
se fizo cargo al momento.
(cavilaba: "Se desmaya...")

Comprensivo, fue a ofrecerle
que se tomase una copa,
pues al verle tan valiente
pensó: "este mancha la alfombra"

El tal Saulo, aturullado,
aceptó entre balbuceos
tomando el vaso dorado
que le alargaba su suegro.

La americana abrochada.
Ahorcado por la corbata,
la su camisa empapada,
los zapatos le apretaban...

Suda cual estibador,
de puerto. Da un lingotazo
a aquél dorado licor,
è al suegro ofrece un cigarro.

El otro declina amable,
mas le ofrece un cenicero.
El cigarro enciende: sabe
que habrá de romper el hielo.

En esto pensando está,
cuando su futuro suegro
indicándole el sofá
le dice: "espera, que vuelvo."

Con la copa en una mano
y el cigarrillo en la otra,
se deja caer Don Saulo,
rebotando cual pelota.

En ese preciso instante
un sospechoso sonido
le indica que se levante,
mas llega tarde el aviso:

el sofá cede a su peso,
algo en su interior se raja
è la trampa, sin remedio,
al desdichado se traga.

Asombrado mira el suegro,
el hombre aguanta la risa,
è sale de allí corriendo
directo hacia las cocinas.

Allí se queda atrapado,
Saulo, o tan sólo su cuerpo,
porque su alma ha bajado
hasta el mismísimo infierno.

Los sus pies è las canillas
cuelgan cual de marioneta.
Doblado por las rodillas,
impotente patalea.

Las dos manos ocupadas
que le impiden impulsarse
mi Don Saulo sube è baja,
intentando levantarse.

Hasta la su americana
decidió confabularse
con los hados, e apretada
no le deja ni girarse.

No obstante, por el rabillo
del ojo ve que la puerta
se abre, ante su sonrojo,
è allí aparece su suegra.

Vuelve la buena mujer,
por caridad impulsada
a cerrar con buena fe,
mas se oyó la carcajada.

A partir dèse momento,
cada dos por tres se abría
la puerta è otro elemento
de la tribu aparecía,

mas se cerraba de nuevo,
pues los pobres non podían
auxiliar al interfecto,
è la risa les vencía.

Uno a uno, poco a poco,
pasaron hasta vecinos.
Fue tan grande su sonrojo,
que llegó al color corinto.

Si ayuda pedir quería,
su voz salía en un hilo:
la corbata le oprimía,
atrapada en algún sitio.

Al final vino a salvarle
su novia que, por los suelos
cansada de revolcarse,
por fin entró a socorrello.

Cuando vióse libre al fin,
pensó: "Con ésta me caso,
pues non pienso repetir
este lance ni esposado"

El resto de la jornada,
borróse de sus recuerdos
pues la memoria, agotada,
debió pedir el relevo.

Tras diez años de noviazgo,
lleva otros diez de casado
è por cada aniversario
le recuerdan aquel trago.

Moraleja: si han pensado
facer petición de mano,
vigilen el mobiliario
non intente devorarlos.

jueves, 25 de agosto de 2005

Dulcinea y el fantasma

A Margarita

Forman un grupo local
amante de su folclore
dèstos que van a bailar
a muchas fiestas mayores.

Un día, tras actuar
en el patio de un convento
que fue carcel medieval,
oyeron este lamento:

Grupo Folclórico Virgen de las Cruces, Daimiel (www.fedefolkcm.com)

En estas cuatro paredes
paso encerrado los años,
sin que nadie me libere
a mi suerte abandonado.

Hace mucho, mucho tiempo
que los vivos me olvidaron,
que a nadie ya le intereso,
que aquí solo me dejaron.

Marcharon los carceleros,
los otros presos marcharon
como un alma en pena velo,
y entre las mazmorras vago.

Y tras estos largos siglos
de sufrir en solitario,
cuando creí que los míos
me habían abandonado....

Esta noche vi en el patio
a Dulcinea danzando
¡y pensar que por matalla
en la cárcel me encerraron!

Tras estos siglos de encierro
veo en mi puerta bailando
a aquella por quien fuí reo,
por quien terminé penando.

¡Baila, bella Dulcinea!
Mientras con la parca bailo.
¡Baila, mi dulce doncella,
olvidada de quijano!

Ahora, mi promesa he roto,
é su nombre he mencionado:
aquél que fue tu devoto
al enemigo ha mentado.

Yo al tal Quijote maldigo
è hasta maldigo a su Sancho,
uno por ser mi enemigo,
otro, testigo del acto .

Por él tuve que matarte
aquella mañana fría
que en sus brazos despertaste,
Dulcinea de mi vida.

Mas él, face mucho tiempo
que yace bajo una losa
y yo vivo aqueste encierro
sin que llegue al fin mi hora.

Parca, tú que te burlaste
de aquél pobre è burdo intento
que fice de reclamarte,
de ser, como todos, muerto:

¡Ya la he visto, dame tregua,
permite que al fin la losa
acoja este alma errante
que colgó de aquella soga!

¡Ya la he visto, aquí bailaba
mientras mi alma de muerto
temeroso la observaba
clamando justicia al cielo!

¡Mírame una vez tan sólo,
fermosa doncella mía,
haz que la luz de tus ojos
redima mi alma maldita!

¡Que la muerte al fin se apiade
de mi pobre ánima errante,
que a sus dominios me lleve,
que mi condena levante!

¡Mírame una vez tan sólo,
mi fermosa Dulcinea,
porque ahora sólo añoro
descansar désta condena!

miércoles, 24 de agosto de 2005

Epílogo


Aprendan de mi desgracia,
recuerden la mi lección
cuando alguien en su casa
les invite a chuletón.

É si tiene barbacoa;
è si le ve usted feliz,
non olvide facer loa
del su fermoso jardín.

È si la envidia ensidiosa
por dentro corroe a usted,
consuélese con tal cosa:
"Quizás por muerto le den"

Que es precioso, non lo dudo:
cual de Hespérides Jardín.
¡Las Odaliscas por poco
non vinieron a por mí...!

Juro por Dios: que si obtengo
las vacaciones por fin,
non me sacan ni con cepos
de un sillón en mi jardín,

Porque a veces, por las noches,
despierto en sudor bañado
soñando que las mis obras
todavía no acabaron.

Amigos, aquí termino
de las mis obras relato.
Me congratulo, pues vivo
salí de aquestos trabajos.

Saulo

Capítulo VI - En el estanque anhelado


Bueno, ya está terminada
Esa parte del estanque
De tierra è piedras formada,
Pero non puedo llenarle.

Termino con la rocalla:
más o menos veintitrés
piedras que tapen la manta
grisácea de peuvecé.

Sube, baja, recoloca.
Tira de reñón de nuevo.
Con cuidado, pues si chocan
pueden pillarte los dedos.

Con la fértil tierra negra
termino de rellenar.
¡Ya se acaba la faena,
pronto vamos a gozar!

Ahora, tira de alicates.
Corta cables, saca punta,
é rehace los empalmes
cuando de nuevo se juntan.

Ocultos entre las piedras
quedan los cables al fin,
que non quiero dejar huella
que estropée el mi jardín.

¡El motor ya está instalado!
Luce la lámpara al cabo.
Ya sólo falta enchufarlo
¿Moriré electrocutado?

Intrépido engancho el cable.
la clavija enchufo presto.
Pero, ¿por qué nada hace?
¿Acaso he metido el cuezo?

Oigo risas a mi espalda.
Me giro è veo a mi filla
que, con la llave apagada,
de mi faz se desternilla.

Se apresta a encenderla. Salto
hasta la mesa cercana
huyendo del calambrazo
que avanzará por el agua.

Nada sucede, è observo
preocupado a la tortuga,
que impasible sigue el juego
de la caza de la oruga.

Mejor aún: desde el fondo
Hasta mis oídos llega
El claro rüido de un chorro
Que del estanque se eleva

Bajo de nuevo, valiente.
È me acerco tembloroso
Hasta la pared de enfrente,
Para poder ver el chorro.

¡Quedóme de maravilla!
Cuán fermosa evolución
sigue el agua en su caída
hasta el fondo del pilón.

"¿Eso es todo?" - me pregunto
recordando los trabajos
que me han tenido a punto
de acabar en el osario -

Mas poco duró mi gozo,
Pues al mirar más de cerca
Me doy cuenta de que el foco
Al filtro de color quema.

¡Para, apaga, date prisa!
- le grito como un orate
a la mi asombrada filla
mientras corro hacia la llave.

"Algo has puesto mal, querido"
Concluye la mi señora
Que atraída por los gritos
ha venido a ver la obra.

En efecto, falta algo.
¿Será una tuerca, un manguito?
Con algo hay que separarlo
O abrasaremos el filtro.

Deshago el puzzle. Al montarlo
seguí el libro de enstrucciones,
é me parece muy raro,
pues seguí bien las lecciones.

Vuelvo a leer è releo,
en español i en gabacho.
Le doy mil vueltas: non veo
qué provocó tal fiasco.

Al fin, vista mi torpeza,
me digo: "No es para tanto.
Si son siete u ocho piezas,
cuestión es de combinarlo."

Entretanto, al pobre filtro
le ha salido un ampollón
que se eleva de su sitio
por culpa del quemazón.

Cambio las cosas de sitio
cuatro, cinco, veinte veces
é ya creo que lo consigo,
pues la lámpara se enciende.

Más aún, he separado
un palmo el foco maldito
que antes había dejado
como el Etna al pobre filtro.

Vuelvo a montar todo el circo.
¡Albricias! Ahora hasta gira
è va cambiando de filtro
según el agua porfía.

"Sólo decir" - yo ya tiemblo
cuando fabla mi señora -
"Sólo decir que prefiero
el surtidor de otra forma"

Fue suerte que releyera
el manual de enstrucciones.
Esto hizo que me aprendiera
de memoria sus lecciones:

"¿Cómo prefieres, cariño?
¿Todo en forma de volcán?
¿Quizás mejor un chorrito
y cayendo lo demás?"

"Ése, ése..." Alborozada
bate palmas cual chiquilla
cada vez que el chorro cambia
rotando la su boquilla.

"Bueno, pues este dejamos"
- digo yo para abreviar -
" y ahora lo llenamos
de agua y venga, ¡a gozar!"

Ya preparo la mi hamaca,
Me acoplo en la tumbona.
È tomando mi guitarra,
Paso a gozar de la cosa.

"¡Y pensar que me he tirado
desde tres meses atrás
cada día libre pringado
para ésto desfrutar!"

"¡Y pensar que me he tirado
desde tres meses atrás
cada día libre pringado
para ésto desfrutar!"

"¡Y pensar que me he tirado
desde tres meses atrás
cada día libre pringado
para ésto desfrutar!"

No me repito: es que estaba
otro blus emprovisando
enganchado a la guitarra,
a un tal Clapton remedando.

"¡Cuidado, que si te pones
descuidado a canturrear,
podrían los nubarrones
venirse aquí a descargar!"

Ceso al punto, ya escaldado.
E decidimos cenar
Junto al estanque anhelado
Para poderlo gozar.


Saulo, por fin.

Capítulo V - O de las escombreras


Dos semanas: sólo eso
la lluvia cuartel me ha dado:
luce el sábado Lorenzo
espléndido è despiadado.

Ya desde maitines temo
lo peor por mi salud,
que dèsta obra me huelo
termino en al ataúd.

desfruté del desayuno
cual de su última cena
debió desfrutar, presumo,
Nuestro Señor en Judea.

Miraba al sol como a Judas
miraría El Redentor,
para mí pensando: "apuras
la copa del mi dolor..."

Non quedóme más remedio.
puesto el traje de faena
dirigíme hacia el albero
lleno de congoja è pena.

Despedíme de los míos.
Mi memoria aún evoca
los sollozos de mis fillos,
el abrazo de mi esposa.

Pertrechado con mi pala,
cual lanza de caballero
intrépido abrí batalla
contra el primer arenero.

Doze sacos, diez quintales
llené con brío, pardiez,
antes de que a mis costales
se aferrara la vejez.

Los mis lumbares crujían;
doblábanse mis muñecas;
los brazos non los sentía;
tartamudeaban mis piernas.

"¡Un descanso, por favor!"
Clamaba el mi subconsciente
mas yo, incólume al dolor...
Paré inmediatamente.

"¡Non vencerá este viaje!,
¡Non por cansancio rendido!"
Eché mano de coraje...
¿dónde diantre se ha metido?

"Marchóse con los pulmones
al sarao quel corazón"
- me recuerdan los riñones -
"tiene a ritmo de hip-hop."

"Excusas", pensara alguno
é tendrá más que razón,
mas si non paro, a lo sumo,
me desmayo del calor.

Ya non me quedan más sacos,
hemos de tirar la arena.
Por la mi casa pasallos
para ir a la escombrera.

Pensé dejando la pala:
"Con tal de facer descanso
trago tierra si hace falta
è hasta mastico los sacos."

Felices las prometía
tras la mi pala soltar.
Al poco un saco cogía
è intentélo levantar.

Crujieron las mis cuadernas,
encabritóse la panza;
mis rótulas cuasi quiebran;
perlas de sudor brotaban.

¿Sólo un saco? ¡Esto parece
de Heracles las doce pruebas!
Mucho me temo que un duende
lo haya llenado de piedras.

Fágole unas orejillas,
è desta guisa lo arrastro
toda la escalera arriba,
è después por todo el mármol.

Mi esposa que todo ha visto,
se mesa los sus cabellos:
"¡Saulo levanta eso en vilo,
o te cargas nueso suelo!"

Sólo pensar en cambiar
las baldosas, saco fuerzas
de do no las pude hallar
è lo llevo hasta la puerta.

En volandas, trapeando
al viento tras de la bolsa,
por la otra escala me lanzo
entre risas de mi esposa.

Dejo el saco, è al garaje
me dirijo dignamente.
Desplazo mi carruaje
hasta donde el saco duerme.

Hube de cargarlo a pulso,
è non sé si rechinó
mi costillar del impulso
o fue la amortiguación.

"¡Venga, sólo quedan once!"
- animaba la mea filla -
(al ver mi cara se esconde
con su madre en la cocina)

"Mira, Saulo, que las bestias
nacieron por cargar,
è que tú te diferencias
en que sabes cavilar..."

Una estrategia brillante
pasa por mi mente: un carro
bien podría fabricarme
para transportar los sacos.

Tomo el carro de la compra
dejo el su chasis vacío;
cambio tablón por la bolsa
è fabrico un carretillo.

Fago orejillas a otro;
aúpole por la escalera.
En el carrito lo monto
é cruzo la marmolera.

Extraños ruidos escucho,
pero oídos sordos fago.
Claro su origen descubro
vuando voy a descargallo:

Los barrotes de aluminio,
(media pulgada, macizos)
han quedado cual chorizos.
El tablón, su huevo frito.

Pero este viaje, al menos,
sólo tuve que cargar
escalera arriba è luego
tras el fardo trapear.

Subo el saco al maletero.
El carruaje está ya
con sus faros hacia el cielo.
Non sé si resistirá.

Poco a poco, con sudores,
sufriendo è rompiendo el carro,
cargo a base de dolores
èsa dozena de fardos.

Cuando al volante me siento,
por fin mis piernas descansan.
Las manos, ya ni las siento:
las marchas sólas entraban

Pensé que colaboraba
el coche con tal de ver
que tal carga le quitaba
cuanto antes pudiera ser.

Al fin llego al 'Punto Verde'
donde un amable señor
me dice:"Er ezcombro puede
tirar ar contenedor."

"Acerque uzté er maletero."
"Cuán amable", pensé yo.
"A ver si por unos euros
aligera mi labor..."

Abro el portón:"¡Pero hombre!,
¿Cómo ez tan animal?
¡Azí ze carga uzté er coshe.
Zi ez un Tuingo nada má!"

"Si tú supieras, mangante,
quién los hubo de subir..."
Sonrío: "¿Puede ayudarme?"
"Ni loco" me dice a mí.

"¿Quiere buzcarme una baja?
Tengo un reñón esho porvo,
ze dezprendió de la guaza
de verlez ponerze rojoz

Záqueloz con güen cuidado,
no ze vayan a rompé.
Que zi en el zuelo cae argo,
la pala la coje uzté.

Y tíreloz con zu bolza
no me lah vacíe uzté.
Y cuide que no ze rompan
cuando vayan a caé. "

Desde tres metros caían
los fardos sobre el escombro.
Nunca supe si rompían,
entre las nubes de polvo.

Raudo arranqué el carruaje,
quemando ruedas salí.
Diciéndome: "Otro viaje
te atropello antes a tí".

Vuelta a la pala de nuevo.
Esta vez ya la blandía
de rodillas en el suelo
puesto que ya ni sentía.

Llené veinticinco bolsas
mas sólo hasta la mitad,
"Con tal de que non se rompan..."
Pensé con ingenuidad.

Como el carrito está roto,
hay que pasarlas a brazo
(partido) sobre los hombros
o en le costado apoyados.

"Ya me da lo mesmo siete
que setenta: muerto acabo"
- pienso para mis adentros
mientras cargo con los fardos -

Ya llevo el último saco,
cuidando de non manchar,
cuando escucho un ruido raro,
que suena así como "¡Ras!"

Miro al suelo, mas non creo
lo que me dicen mis ojos,
pues para mi desconsuelo
el fondo del saco ha roto.

¡Mi mármol, otrora impoluto
lleno de escombro è de piedras!
Mi dueña casi del susto
se me desmaya en la arena.

Antes de meter escoba
hube de coger con pinzas
piedras, raíces è hojas,
mientras mi esposa gemía.

Llegado hasta la escombrera
viene otro a recibirme:
- "¿Que tal la nueva remesa?
Aún no paro de reírme

de lo que mi compañero
me contó de la anterior:
rayó con su coche el suelo,
cargado como un camión"

"Un gracioso, sólo falta
que me traigan a un bufón
que volteretas me faga
mientras escupo un pulmón"

Mas que tirarlos: empujo
por el zafio terraplén
los fardos sin más tapujos
è salgo arreando después.

"¡He terminado, mi dueña!"
- Alborozado aparezco -
"Ya tienes puesta la mesa"
- "¡Por Dios que me lo merezco!"

No he empezado la pitanza
cuando me viene a decir:
- "¿En cuanto baje esa panza,
seguirás con el jardín?"

- "¿Por qué? Las dos montoneras
de tierra ya terminé"
- "Mas cuando acabes la siesta,
las piedras hay que poner…"

"¡Muerto soy!" : non recordaba
las losas de gran tamaño
que el mi suelo tapizaban
è quité con mi cuñado.

- "Cariño, ¿no es suficiente
por hoy quitarnos la tierra?"
"Pero, Saulo, ¿y si llueve
è nueso jardín se anega?"

"Tiene razón, no hay remedio.
La tarea he de acabar.
Total, si estoy medio muerto,
muerto y medio, ¿qué más da?

Ya de perdidos al río"
- me intentaba convencer,
mas aunque hablaba yo mismo
aún me negaba a creer.

Sentóme mal la comida
La siesta pasé en cuchillos.
Todo el mi cuerpo pedía
Descansar a voz en grito.

Levantéme, he de decir,
Con tal humor de mil perros
Que los demonios huían
De terror a sus infiernos.

La mala uva da fuerzas.
é con su ayuda de piedras
compuse el rompecabezas
de maldición a blasfemia.

La más grande, a una cama
de matrimonio asemeja.
Como non puedo cargalla,
la he de rodar cual peseta.

Siete veces que la puse,
siete veces la quité.
En una, ya más non pude
é bajo ella quedé.

"¡Auxilio!", gritè a mi esposa.
Díome al principio por muerto.
Debió de pensar:" la losa
dejamos de mausleo."

Las mis piernas pateaban;
mis brazos, sobresalían.
coleóptero de patata
díjome que parecía.

Mi tortuga al mi trasero
se acercaba para ver
si un compañero de juegos
le acababan de traer.

Por fin me arrastré cual grácil
gusano en tierra mojada
hasta abandonar la cárcel
pétrea que me aprisionaba.

Coloca piedra. Recorta
sobre el suelo silueta.
Levanta la piedra ahora;
vacía entonces de tierra.

Pónla de nuevo en su sitio.
La pisas. Se balancea.
Repite otra vez cual simio
la letanía completa.

Aún estoy finalizando.
Échase la noche encima.
Llamo a mi dueña clamando:
"Encarga por mi una misa"

- "¡Qué bonito te ha quedado!"
Escucho su voz lejana.
Yo, mientras tanto, he cruzado
la cegadora luz blanca.

"Saulo, ¿Me escuchas? Te digo
lo bonito que ha quedado,
y tú sigues distraído:
non mereces mis halagos."

Su tono de voz que clama
tráeme a este mundo de nuevo
cual Beatriz que me llama
sacándome del inferno.

"¿Si, cariño?¿Te ha gustado?
¿No queda nada por fin?"
Le respondo aún temblando
i escudriñando el jardín.

"Non, mi amor. Ya sólo faltan
unas luces por poner,
alguna que otra planta...
Está quedando muy bien."

Su voz melosa me arrulla
è casi caigo dormido
en la escalera, cuando una
frase llega hasta mi oído:

"Cuando quitemos al fin
esta fea barandilla
lucirá nueso jardín
cual octava maravilla"

Después désto non recuerdo
nada más, amigo mío,
hasta despertar de un sueño
con todo el cuerpo molido.

Al día siguiente, domingo,
cuando al alba el gallo canta
descubro, querido amigo,
que nada se me levanta:

Los mis párpados con cera
pura parecen sellados.
Brazos, ni manos, ni piernas
responden a mis mandatos.

Del resto, ya ni te cuento;
que como non puedo ver
è del cuerpo nada siento,
primero pienso: "Palmé.."

Pero todo queda claro
cuando oigo a mi mujer
decirme: "Querido Saulo,
¿te levantas de una vez?"

"¿De una vez? Tal vez suceda
pero de una pieza, non.
Que debido a la molienda
me pesa hasta el edredón."

"Venga, hombre, no exageres,
è date prisa, mi dueño,
si es que las carreras quieres
ver al volver del vivero"

"¿Las carreras?¿El vivero?"
De seguro no estoy muerto
"¿o quizás todo esto sea
un tormento del infierno?"

Chirriando cual cadena
de viejo ancla oxidado
giro sobre mi cadera
é caigo al suelo de lado.

Al bajar las escaleras
oigo reirse a mi filla
al ver que, como una agüela,
me aferro a la barandilla

Non corre la picarona,
è las sus risas arrecian,
pues non cree que la coja
ni pueda con la correa.

Resumiendo: hacia el vivero
salgo con mi carruaje
va ligero como el viento,
libre del gran tonelaje.

Compro plantas: veinticinco
(unas pocas solamente)
el de la caja me dijo:
"¿va a plantar cinco parterres?"

Traigo las plantas a tiempo
de ver cómo en las carreras
un extraño movimiento
saca a uno por las orejas.

"Non puede dolerle a ése
la mitad de lo que a mí"
è con esto consoléme
è partí hacia el jardín.

Plantadas todas las flores
(gasté tres sacos de tierra)
mientras el sol ya se pone
me siento en la mi escalera.

Mi merecido descanso
me despongo a desfrutar
cuando se ríen los hados
è comienza a diluviar.

A casa, e raudo hacia el sobre
que non quiero ni cenar.
Aunque de fambre me doble
sólo quiero descansar.

El lunes tras la tarea
que ejerzo por lo normal,
el mi suegro se nos llega
a nuesa casa a ayudar.

"¡Precioso os está quedando!"
- mientras se asoma al jardín -
con la cerveza en la mano
e fijo me mira a mí.

"Mas veo que no has quitado
aún la fea barandilla
que estropea tu trabajo
que ha quedado de delicia.

Dame la sierra, que al punto
la cortamos por lo sano.
¡Non pongas cara de susto,
que no es para tanto, Saulo!"

Al ver mi rostro mudado
por el terror se revuelca
de risa è me dice: "Vamos,
que non creo que te muerda!"

Pasó hora è media cortando
los tubos de la maldita.
Resistió más que a romanos
en Numancia resistían.

Cada vez que le veía
la gota gorda sudar
los mis brazos se dolían:
pura solidaridad

Al fin quitamos los hierros
que llevamos al garaje
dejando - eso sí - regueros
a nuestro paso de enjuagues

Acabamos con el mocho
è la fregona el trabajo.
Puedo decir con gran gozo
que está cuasi terminado.