martes, 13 de septiembre de 2005

De Don Tiago en el castillo





Ya va Don Tiago emergiendo
desde su oscura morada
hacia el mesmísimo cielo,
lugar que Saulo le guarda.

En homenaje a ese ingenio,
que hoy lo mesmo es espada
que mañana risa è juego
è pasado es almohada,
les publico aquí este cuento.

A esta hestoria emaginaria
diòme pie face algún tiempo
mi DonTiago, una mañana
al contarme que a un evento
en Real Castillo marchaba.

Desculpad si, como siempre,
el tal Saulo emprovisaba
è su lengua de mil sierpes
a menudo se liaba.


(salamancaturismo.com)

Aventuras de Don Tiago
en el Castillo del Buen Amor


Fueron Don Tiago i esposa
- incitados por su hermano -
a Salamanca la Hermosa,
patria del ínclito Saulo.

Decidieron hospedarse
en un cercano castillo
donde habrán de disfrazarse
con ropas de corte antigüo.

Las dijeron: este sitio
solo tiene luz de velas
ya veréis que divertido:
como la antigua realeza.

Bajo la luz de la luna
detienen el carruaje.
Escudriñan la penumbra:
¡alguien se sube al pescante!

Tras una capa iba oculto
de color endestinguible,
enano, feo è chepudo,
de noche, casi envisible

Como por arte de magia
saca un candil encendido
que estaba oculto en la capa
(¿será por el calorcillo?)

Con extraña reverencia
a Doña Mari se acerca
intentando abrir su puerta.
Ella el seguro bloquea.

Se emboza tras la capucha,
mas a la luz de la vela
una ausente dentadura
de grandes encías muestra.

(www.dvdbeaver.com)

Despues de la extraña mueca
a modo de bienvenida,
inicia otra reverencia
è andando hacia atrás recita:

"Su señoría descienda
tranquila del carruaje
que aunque bien feo mi menda
nunca se ha comido a nadie"

Baja Doña Mari al rato,
temblando cual flan de huevo
y entre dientes mascullando:
"pues sí que es feo el portero"

"A su servicio, soy Aigor.
Permítanme su equipaje."
(Abre el portón mi Don Tiago
è se lo alarga al instante)

"Síganme ustedes" - afirma
arrastrando las maletas -
mientras Don Tiago patina
por el barro tras la vela.

Un trueno estalla en el cielo,
mas no amenaza tormenta.
Doña Mari, del estruendo,
le salta a Tiago a la chepa.

Así van cruzando el foso:
primero, pasa la vela;
detrás viene el mayordomo
arrastrando las maletas;

mas atrás, formando un grupo
de curiosa silueta
vienen Tiago è Doña Mari.
(esta última, en su chepa)

Golpea el enano la aldaba
y en el vacío resuena.
Chapoteando en el fango
nuesos amigos esperan.

Un crujido a yerro viejo
terminado en fuerte golpe,
acompañado al momento
con el chirriar de los goznes

anuncian a los calados
que van a ser recibidos.
Ambos avanzan temblando
por el tal Aigor seguidos.

La luz de los candelabros
arroja luz sobre el hall,
tan grande como un estadio
è frío como glaciar.

Entre las sombras cambiantes
por efecto de las llamas
que el viento mueve, constantes,
creyó ver Tiago fantasmas.

Da codazos a su esposa,
que en su chepa sigue izada,
y que a este paso le ahoga
a su pescuezo aferrada.

"Bájese ya, mi señora,
è non tema a los fantasmas.
Son sólo unas pocas sombras
acuciadas por las llamas."

Desciende Mari, despacio.
È por fin suelta su presa
de la garganta de Tiago,
que medio ahogado boquea.

Según pone un pie en el suelo,
de entre las danzantes sombras
emerge, de carne ì hueso,
lo que parece una moza.

(www.notodohoteles.com)

Del corpiño medieval
el pecho escapar intenta.
Luce un blanco delantal
è la cabeza cubierta.

"Muy buenas noches, señor.
Les echábamos de menos.
Síganme hasta el torreón,
do se encuentra su aposento"

Entrégales un candil:
"Non vayan a tropezar.
La escalera tiene mil
escalones, nada más."

Sube la moza primero,
Doña Mari la siguiente,
Don Tiago toca el trasero
de su esposa, con su frente.

Aún se alegra: "menos mal
que no puede con las piernas
o acabaría por dar
su talón en mi entrepierna"

Cierra el séquito, ascendiendo
el chepudo maletero
que arrastra entre juramentos
las maletas por el suelo.

Cuando llegan al final
del angosto torreón
amenaza clarear.
Exahustos están los dos.

"Su aposento" - dí la moza
entregándoles la llave
de puro yerro, herrumbrosa
que pesa doze quintales.

Don Tiago mete la llave
mientras piensa: "¿para qué?
por la cerradura cabe
hasta mi esposa de pie"

Aigor suelta las maletas
según entran en la sala
è se marcha con su vela
sin decir una palabra.

La moza - y su mostrador -
les dice: "cierren la puerta
cuando estén dentro los dos,
è non abran si golpean."

Por tan extraña advertencia
iba Tiago a preguntarle
pero al irse a dar la vuelta
allí non quedaba nadie.

Se acerca a las escaleras,
escudriñando el vacío
mas ya non se ve la vela
ni se escucha ningún ruido.

www.notodohoteles.com

Se vuelve al cuarto extrañado,
do Doña Mari le espera
sujetando el candelabro
pegada a la misma puerta.

"Tia-ago" - balbucea la pobre -
"He visto moverse algo"
"Serán las sombras" - responde
poco convencido Tiago.

Avanza con gran cautela
intentando eluminar
la habitación con la vela.
Da dos pasos, nada más.

Al instante, suena un ruido
como si alguien corriera.
Pensó - "quizás sea un chiquillo
que está jugando ahí afuera"

Toma a Mari de la mano
elevando el candelabro.
Ahora, que está iluminado,
non parece tan macabro:

La sala es espaciosa.
Las paredes de sillar,
el suelo de pura losa
pulida por el pasar.

El techo queda tan alto
que sólo ve, bizqueando,
un poco de artesonado.
Parece labrado a mano.

A su espalda está la puerta.
Junto a ella, un escritorio
de apolillada madera
do escribieron El Tenorio.

A su izquierda hay un tapiz
gótico, si no es más viejo,
en el que se ve un jardín
è alguien bailando en el centro.

A su diestra, una ventana.
Más diría, un agujero.
Es más estrecha que alta;
el muro es de metro y medio.

Frente a ellos, aunque lejos,
está la otra pared
más o menos a diez metros,
y una cama con dosel.

Temblorosos se aproximan
y a medida que se acercan
observan que las cortinas
del dosel cuelgan ligeras.

Tanto, que el aire las mece
cual si alguien las moviera
Tiago dice: "Me parece
que es el aire que se cuela."

Mari le clava las uñas,
clavada ha quedado al brazo
y con tal fuerza le estruja
que hasta el hueso han alcanzado.

En ésto estaban los dos,
llegándose con sigilo
al su tálamo de amor
cuando se escucha un gran ruido.

Al dosel se precipitan
sin volverse ni a mirar.
Atraviesan las cortinas
que se abren al pasar.

Caen en un lecho mullido,
de gran altura y tan blando
que quedan del todo hundidos
en una trampa atrapados.

Tiago intenta levantarse
Mari, histérica patea.
pero la mullida carcel
impide que ambos se vean.

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Separados por quintales
de lanas y de algodón,
ambos intentan zafarse
del abrazo del colchón.

Por fin Tiago se incorpora
separando las cortinas.
Se cerró la puerta sola,
tal fue toda la desdicha.

La maleta aún espera
junto a la puerta cerrada
y con la luz de las velas,
parece cual si bailara.

"Vamos a abrir la maleta"
- dice mientras da la mano
a su esposa que aún se encuentra
en el hoyo, braceando.

Con grandes pasos se acerca.
"¿Quien dijo miedo?" - sacando
pecho como una estanquera
de Fellini va avanzando.

Tira del asa con fuerza,
mas no se mueve ni un palmo.
"¿Que has metido en la maleta?"
- inquiere a Mari, gritando.

Mas la respuesta non llega,
è Tiago se está cabreando
"Que ¿qué has puesto en la maleta?"
repite Tiago, gritando.

Ve que Mari está muy quieta.
A través de las cortinas
Tiago ve su silueta
como en granito esculpida.

Abandona el equipaje
è se dirige al dosel
preguntándole: "¿Qué haces?"
Mari no le mira a él.

Tiene la vista clavada,
los ojos de puro vidrio,
en la cercana ventana,
a la espalda de mi amigo.

Despacio se da la vuelta
è ve una sombra furtiva
que, en dirección a la puerta,
por el suelo se desliza.

"¡Ya estoy harto, voto al cielo!"
Salta otra vez de la cama
pero la sombra del suelo
vuelve rauda a la ventana.

"¿Lo has visto?" - dice su esposa -
"Era un fantasma, seguro.
Tenía una faz horrorosa
y cruzó por ese muro"

"¡Qué fantasma ni fantasma!"
- dice Don Tiago, enfadado -
"El cierre de la ventana
debe de estar oxidado.

Empiezo ya a estar bien harto
de tanta cosa tan vieja.
Voy a pedir otro cuarto
sin cortinas è sin velas.

Si hubiéramos reservado
en el Hilton, como todos,
estaríamos gozando
del jacuzzi como locos.

Que si rollo medieval,
que si fiesta de disfraces,
ya verás como, al final,
no habrá ni donde lavarse."

Su discurso causa efecto
en Doña Mari, que mira
al su alrededor de nuevo,
è que una mueca perfila:

"Es cierto, ¿dónde está el baño?
¿No era individual?
No digas que para usarlo
se turna aquí el personal..."

"Es cierto: reclamaremos.
Yo quiero otra habitación.
Con baño y tele, diremos,
y con un buen ascensor.

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Y el teléfono, ¿lo has visto?
llamaré a la recepción.
Que nos lleven a otro piso,
a una buena habitación.

Se pone Mari a buscarlo.
En la mesilla, no está.
Tiago toma el candelabro
por poder ver algo más.

Lo sujeta bien en alto.
Non llega luz al final.
Se dirige allá mi Tiago
a quitar la oscuridad.

"¿Dónde habrán puesto al maldito?"
Calla: dos ojos de gato
dorados el observan fijo
bajo un mueble agazapados.

Se acerca el valiente Tiago
que de sustos ya está harto
arrimando el candelabro
a desalojar al gato.

Mas no hay nada, o el tunante
de tal forma se ha escondido
que no puede echarle el guante
ni ver dónde se ha metido.

Abandonando la caza
se vuelve a echar un vistazo
pero en los muebles no hay nada.
¿Dónde estará el aparato?

Va a dar la vuelta a la estancia
a la pared arrimado
cuando percibe a su espalda
otra vez, un ruido raro.

Es Mari, que ahora su boca
con sus manos ha tapado
y que mira, como loca,
otra vez al empedrado.

¡Ya está otra vez el espectro!
Hacia él se va Don Tiago.
Como arrastra por el suelo,
intenta en vano de pisarlo.

"¡Es una sombra, tan solo!"
Pero, ¿qué la ha provocado?
como la boca de un lobo
se encuentra el artesonado.

Sube encima de una silla
alumbrando todo el techo.
Al momento, trastabilla,
porque non puede creerlo:

Todo aquel artesonado
es un relieve completo
de un satánico retablo:
demonios bailan con muertos.

Mira a Mari boquiabierto,
pero ella non le mira.
Con los ojos muy abiertos
aférrase a las cortinas.

En esto, les sobresalta
otro familiar sonido:
es el móvil, que descansa
en el fondo del bolsillo.

Oye la voz de su hermano:
"¿Dónde estás, en carretera?
¡Que te estamos esperando
aquí la familia entera!"

"Que, ¿dónde estoy, me preguntas?
¡En el maldito castillo,
luchando con la penumbra
è medio muerto de frío!"

"¿En el castillo? Imposible.
Si te estamos esperando
sentados en los jardines
è por aquí no has pasado."

"¿Jardines? Non ví ninguno.
Aquí he visto solamente
un foso más bien oscuro
è non ví a ninguna gente"

(www.notodohoteles.com)

"Tú me estás tomando el pelo.
¿Estás en la habitación?
¿Cómo has pasado sin vernos
a coger el ascensor?"

"¿Ascensor?¿Estás de guasa?
Subimos mil escalones
siguiendo a una moza rara
que enseñaba los pezones..."

"Venga, Tiago, estás de broma.
Yo no he visto a nadie así.
Y pronto será la hora
de comenzar el festín.

Las luces van a apagarse
sólo quedarán las velas
la gente va a disfrazarse,
¿dónde están las escaleras?"

"Pues según hemos entrado
parten justo a la derecha"
"En la entrada estoy yo, Tiago,
y no hay ninguna escalera"

"¿Y al chepudo, ¿no le has visto?
¿No ha salido a recibirte?"
"¿El chepudo? Mira, chico,
nunca oí excusa más triste."

La conferencia se corta:
la batería se ha agotado.
Va a la ventana è se asoma.
Lo que ve le deja helado:

Afuera, todo es penumbra.
No hay luz ni en el horizonte,
sólo el viento, que susurra.
Juraría que su nombre.

Entre jirones de niebla
aparece ante su faz
como un rostro, que se eleva
y que susurra a la par:

"Tiago, Tiago, ven a mí;
salta desde esa ventana
por donde un día caí
cuando era moza lozana"

La niebla ententa atrapallo.
Lanza el móvil contra ella
mas la atraviesa, volando.
Suena una risa perversa...

Sale corriendo por fin.
Enganchando a Mari al vuelo
y dejando tras de sí
el equipaje en el suelo.

Descienden los escalones.
Más que de pie van rodando
entre gritos y empujones
a los santos conjurando.

Irrumpiendo en el salón,
corren hacia la salida
sin fijarse en la reunión
que a sus espaldas había:

Unos seres transparentes,
cual de vapores compuestos
danzan, ríen, se divierten,
alrededor de un gran fuego.

Tiago tira del cerrojo
que pesa como un demonio
Mari mira de reojo
y ve que vienen los monstruos.

Hinca uñas al momento.
Don Tiago, pega un respingo
el cerrojo queda abierto
è fuyen, enloquecidos.

Sin mirar siquiera atrás,
resbalando por el fango,
llegan al fin donde está
el carruaje esperando.

Arranca raudo y veloz.
Las ruedas despiden barro
que atraviesa sin tocar
a aquellos espectros blancos.

A base de acelerar,
poco a poco va dejando
a los espectros atrás,
hasta que salen del fango.

Cuando, ya en la carretera,
mira a su retrovisor,
no ve nada: pareciera
que fue todo una ilusión.

www.notodohoteles.com

Un cartel a su derecha:
"Castillo del Buen Amor"
apunta a una carretera
que va en otra dirección.

La toman y al poco rato
aparece otro castillo
por un jardín rodeado
con miles de farolillos.

La banda toca en la puerta,
con atuendo medieval
parécese que la fiesta
acabara de empezar.

En efecto, según llegan
sale su hermano a abrazarle:
"Tiago de mis entretelas,
¿Dónde estabas? Llegas tarde"

Mira a Mari, y adivina:
"¿Se ha puesto mala, señora?
Tiene cara de enfermita,
pálida è hasta ojerosa"

"Venga, sacad las maletas
que el jolgorio va a empezar"
Rindiéndose a la evidencia,
Don Tiago va a confesar:

"No tenemos ya maletas.
Las tuvimos que dejar
al salir a la carrera
de aquel horrible lugar"

"Venga, Tiago, deja el rollo.
Que lleges tarde, lo acepto
mas non me trates de bobo
endosándome ese cuento.

Si a través de tu cristal
estoy viendo tu maleta...
abre ya el portón de atrás
è dejémosnos de tretas"

Abre Tiago el maletero,
baja incrédulo a mirar.
Las maletas, en efecto,
se encuentran en su lugar.

"Tan sólo ha sido un mal sueño,
me lo he debido inventar.
Pero..." - busca con empeño -
"y mi móvil, ¿dónde está?"

Mira a Mari: es como cera
Toca su brazo: allí están
las marcas que en la contienda
dejó al sus uñas clavar.

Fue lo último que fizo
justo antes de desmayarse.
En parihuelas, sus primos
les llevaron a acostarse.

È, desde el día siguiente,
si les recuerdan el caso,
les castañean los dientes,
tan sólo de recordallo.
(www.notodohoteles.com)

5 comentarios:

  1. Veo que face de lo mío
    caso omiso su señoría,
    a pesar de ello me río
    al recordar tal correría.

    Tiago De Lope

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  2. Desculpe mi desatino:
    cuando a vuecencia mentaba
    era por puro cariño,
    ya que tan amable gala
    veo que face de lo mío

    Siendo vuesa cercanía
    objeto de enspiración
    para mis pobres coplillas
    comprenda que faga yo
    caso omiso, señoría.

    Desfrute usté, amigo mío,
    que non facería por nada
    leña del árbol caído
    sino cantar sus hazañas,
    è a pesar de ello me río

    Que por nada perdería
    el goço que vivió mi alma
    cuando inventé tal coplilla
    è llama a la carcajada
    al recordar tal correría.

    Es pues, este su destino:
    ser a la fama encumbrado
    por enspirador è amigo
    de las coplas de DonSaulo

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  3. Faciendo el camino
    va Don Saulo soportando
    a quien nombra por amigo
    a su lado cabalgando
    es pues, este su destino:

    Pagado así é alabado
    Don Tiago ya se siente
    con tal afecto saciado
    sin que le tiente
    ser a la fama encumbrado

    Que una cosa le digo
    no hay mayor gozo
    que el que yo abrigo
    siendo vos fértil pozo
    por enspirador é amigo

    Porque sin ser un centauro
    ni tampoco un Capuletto
    o prisionero de un sauro
    soy protagonista discreto
    de las coplas de Don Saulo

    Tiago

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  4. Espero que por glosaros
    - sin más deseo que alabanza -
    no os podáis sentir tentado
    a atacar con vuesa lanza
    Porque sin ser un centauro

    A vueso brazo respeto,
    mas non rehuyo batalla
    ni siendo vos un Montesco
    que su venganza anhelara
    ni tampoco un Capuletto.

    Aún prefiero, mi Don Tiago,
    antes que a vos molestar
    ser de los infernos pasto,
    capturado por Satán
    o prisionero de un sauro

    Apurando estoy el verso
    mientras otro blog pergueño
    do colaboren sus miembros
    è yo, más que ser su dueño,
    sea protagonista discreto

    Aún nos queda trabajo,
    pues es parto con dolor,
    para abrir ése escenario
    do el trovo será el señor
    de las coplas de Don Saulo

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  5. Extraño trovo a quinteta
    habeis escrito esta vez
    no se si sera una treta
    o una inocente memez.

    Quizas solo lo inventa
    para poder enduelar
    é que mi pluma esté atenta
    para podelle "emular"
    extraño trovo a quinteta.

    Sin embargo ¡pardiez!
    yo prefiero la cuarteta
    como podeis comprender
    ¿que diantres de afrenta
    habeis escrito esta vez?

    Tengo mi mente abierta
    más sin llegar a entender
    como una pluma experta
    llega así a suspender
    ¡No se si sera una treta!

    Pero no se ofenda su merced,
    aquesto es solo una excusa
    para poderle ofrecer
    una poesía inconclusa
    o una inocente memez

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