Lo reconozcáis o non,
ha sido por culpa vuestra
el tremendo coscorrón
que adorna la mía testa.
Que iba tranquilo yo,
por la calle paseando
cuando me crucé con vos
è ¡qué queréis! soy Don Saulo...
Paladín del buen amor,
por su güen gusto famoso
aunque en más de una ocasión
le haga perder el decoro.
Yo fue veros è torcer
el mi gaznate en redondo,
en muestra como un lebrel
quizá figuré a sus ojos
mas señora, comprended,
que cualquiera se embelesa
al cruzarse con usted
rebosante de belleza.
Hasta aquí todo es normal:
yo en mística contemplación,
vos en vueso caminar
ajena a la situación.
Mas aquí viene el problema:
vuelto mi rostro hacia el sol
de tan fragante belleza
recibo de sopetón
de Afrodita la traviesa
celosa por la atención
que su hermosura despierta
en mi pobre corazón
la venganza más aviesa,
colocando en el camino
entre mi testa perdida
è de mis pies el destino
una metálica viga
con un cartel que con tino
anuncia en inglés 'estop',
que no es otra cosa, digo
que 'pare usted, por favor'
en la extraña lengua escrito
de uso en la Pérfida Albión.
Pararme, paréme en seco
è los mis pies con razón
quisieron seguir el vuelo
que seguía mi corazón.
Malhaya suerte la mía,
pues todo hombre corriente
tiene en la su anatomía
partes menos obedientes.
È si el corazón subía
è la mi testa volaba
è los pies ascendían,
el mi trasero bajaba.
Fue quando con mis huesos dí
en el prosaico empedrado
de la realidad más vil
è sólo quedó en lo alto
mi sombrero è nada más,
que tardó en caer un rato
aunque lo fizo al final
tras elegante trazado
sobre el residuo animal
que por allí había dejado
algún despistado can.
Total, que Saulo en los suelos
con el rostro cual la grana
sólo en el lado derecho.
En el izquierdo, la marca
que pronto tornó a violácea
del golpetazo tremendo.
Cuando me fui a levantar
iba pensando esta cosa:
"Aquí falta una señal
que dí curvas peligrosas
È si me piden parar
que lo fagan unas pocas
de brazadas más atrás
para gozar de tal moza
sin peligro de palmar."
Pero lo doy, vive dios,
todo por bien empleado:
non cambiaría el coscorrón
ni me duele el costalazo
con tal de veros a vos
con el pañuelo en la mano
transida por la emoción
las lágrimas enjugando.
Lástima fueran de risa
è non de preocupación,
mas sospecho que Afrodita
hasta aquesto me robó.
A vuesos pies,
el tal Saulo.
(Literalmente, por cierto...)
ha sido por culpa vuestra
el tremendo coscorrón
que adorna la mía testa.
Que iba tranquilo yo,
por la calle paseando
cuando me crucé con vos
è ¡qué queréis! soy Don Saulo...
Paladín del buen amor,
por su güen gusto famoso
aunque en más de una ocasión
le haga perder el decoro.
Yo fue veros è torcer
el mi gaznate en redondo,
en muestra como un lebrel
quizá figuré a sus ojos
mas señora, comprended,
que cualquiera se embelesa
al cruzarse con usted
rebosante de belleza.
Hasta aquí todo es normal:
yo en mística contemplación,
vos en vueso caminar
ajena a la situación.
Mas aquí viene el problema:
vuelto mi rostro hacia el sol
de tan fragante belleza
recibo de sopetón
de Afrodita la traviesa
celosa por la atención
que su hermosura despierta
en mi pobre corazón
la venganza más aviesa,
colocando en el camino
entre mi testa perdida
è de mis pies el destino
una metálica viga
con un cartel que con tino
anuncia en inglés 'estop',
que no es otra cosa, digo
que 'pare usted, por favor'
en la extraña lengua escrito
de uso en la Pérfida Albión.
Pararme, paréme en seco
è los mis pies con razón
quisieron seguir el vuelo
que seguía mi corazón.
Malhaya suerte la mía,
pues todo hombre corriente
tiene en la su anatomía
partes menos obedientes.
È si el corazón subía
è la mi testa volaba
è los pies ascendían,
el mi trasero bajaba.
Fue quando con mis huesos dí
en el prosaico empedrado
de la realidad más vil
è sólo quedó en lo alto
mi sombrero è nada más,
que tardó en caer un rato
aunque lo fizo al final
tras elegante trazado
sobre el residuo animal
que por allí había dejado
algún despistado can.
Total, que Saulo en los suelos
con el rostro cual la grana
sólo en el lado derecho.
En el izquierdo, la marca
que pronto tornó a violácea
del golpetazo tremendo.
Cuando me fui a levantar
iba pensando esta cosa:
"Aquí falta una señal
que dí curvas peligrosas
È si me piden parar
que lo fagan unas pocas
de brazadas más atrás
para gozar de tal moza
sin peligro de palmar."
Pero lo doy, vive dios,
todo por bien empleado:
non cambiaría el coscorrón
ni me duele el costalazo
con tal de veros a vos
con el pañuelo en la mano
transida por la emoción
las lágrimas enjugando.
Lástima fueran de risa
è non de preocupación,
mas sospecho que Afrodita
hasta aquesto me robó.
A vuesos pies,
el tal Saulo.
(Literalmente, por cierto...)