jueves, 9 de noviembre de 2006

¡Por los dioses, despertad!

Dice DonSaulo en la sombra:

Vive dios que algo he de hacer,
pues las musas son esquivas,
è los años se deslizan
entre mis dedos, pardiez.

Aún parece que fue ayer
cuan las rimas pergueñaba,
è mis coplillas plasmaba
al segundo en el papel.

Pero, mísero de mí,
no hay nada que me conmueva;
ya no hay drama ni comedia
que me empujen a escribir.

¿Dó quedaron mis andanzas,
esos chistes, chascarrillos,
y aquellos poemas pillos?
¿Dó mis burlas?¿Dó mis chanzas?

¿Dó mi fina alegoría?
¿Dó la risa socarrona?
¿Dó la jactancia è la sorna?
¿Dó se mudó la ironía?

Ahora nada me motiva,
a nada le saco punta;
ya non se presta mi pluma
a su mordaz cirugía.


Pero Pablo le contesta:

¡Saulo de capa caída,
para qué resucitaste
è la mi testa ocupaste,
si sois sólo flor de un día!

A lo que Saulo, responde

Reíd a mi costa, sí,
pues de tal sois el culpable
por non dejar ni un enstante
de vueso tiempo por mí.

Faced algo, si mi ego
en la niebla se disuelve,
entre las brumas se pierde
de mi muerte seréis reo.


Pero Pablo...

Mas si calláis para siempre,
dejareís la mi cabeza
è marcharèis donde sea
que va la gente que muere.

È Don Saulo...

¿È dejar a vuesa gracia,
condenado a aquesta vida,
sesteando en la rutina
de vuesa ensignificancia?

¡Por los dioses que me niego!
Que aún me quedan redaños
para dar un puñetazo
en la mesa, jovenzuelo.


Aunque Pablo le entra a fondo

¿Non podríais elustrar
a un lejano primo en Francia,
è dejarme en la ignorancia
de tan fatuo pedestal?

¿Han de comer los mis fillos
de vuesas altas prebendas?
¿Pagará su honor las deudas
ó llenará sus carrillos?

A lo que Saulo remata

Líbrenme de ser quien niegue
que hayais de currar en firme,
mas, ¿qué al hidalgo destingue
del mediocre mequetrefe?

Que aún viendo al yugo quebrar
sus espaldas, saca fuerzas
para levantar la testa
è gallardía demostrar.

Que aún siendo preso en galeras,
con el látigo mordiendo
sus costillas, ríe contento
para mostrar su fiereza.

Que aún se lanza cada día
mientras corren los mediocres
derrengados hacia el sobre,
a buscar sabiduría.

Que siempre hallará lugar
para una nueva experiencia
que convierta su existencia
en un viaje singular.

Cuando le encuentre la muerte,
pensará: "hasta aquí he llegado".
Mientras otros piensan: "¿cuándo
servirán el plato fuerte?"

miércoles, 16 de agosto de 2006

¡Aquí os reto, responded!

(www.davidclaudon.com)

Vive Dios queste don Saulo
de puro vago, es dormido:
o non me deja tranquilo
o calla durante años.

¿Acaso ya se ha cansado
el pícaro malandrín
de atormentarme è, por fin,
la mi mente ha abandonado?

¿Acaso ya se cansó
de aburrir con sus monsergas?
¿Acaso marchó de juerga
siguiendo su condición?

¿Acaso - ¡oh, ocaso! - casó,
è la su doña le impide
continuar en estas lides
è a mi suerte me dejó?

Desde aquí mesmo concito
la su presencia: aparezca
è dé la cara vuecencia
fablando o en modo escrito,

pues de acabar lo empezado
es deudor con el que firma
en el pie de aquestas rimas
è siempre fue su escribano.

¡Tomad el guante, Don Saulo!

martes, 25 de abril de 2006

España, Hispania, shpn

http://www.worth1000.com/download.asp?image=44774&display=photoshop



"La Tierra Cunicular"
bautizaron los fenicios
al poquito de arribar
a España en tiempos antigüos.

Tal me mueve a reflexión,
pues errarán, non lo dudo
en la su enterpretación
académicos sesudos.

Que buenos conejos tiene
nadie lo podrá negar:
todo español se detiene
cuando salen a pasear.

Saludan si uno se avista
- aún a riesgo de un esguince -
hasta perdello de vista
todos sus miembros en firmes.

¿Cultivaron los fenicios
el deporte nacional,
con la que quedara a Tiro
o a Sidón, lo mismo da?

Sus esposas, ¿qué dirían
cuando al volver de tan lejos
les contaran que volvían
de "Tierra de los Conejos"?

(Peor sería sin duda,
la reacción de sus esposas
si llamaran a esa ruta
"La Tierra de las Raposas")

¿Fué la española al fenicio
cual español a la sueca?
¿Qué escarceos nos perdimos
por non tener filmoteca?

Quizás con razón se diga
que eran grandes navegantes
si hasta España se venían
para cazar los tunantes.

Así debió caer Tiro,
è que exculpen a Alejandro.
Se mudarían los fenicios
más cerquita, hacia Cartago.

jueves, 20 de abril de 2006

De roedoris fugit




DonSaulo, ¿por qué non fizo
glosa alguna de aquel día
en que fuimos de bebidas
¿Será porque usted non vino?

Aunque non viniera, ¿y qué?
merécese una coplilla
la graciosa aventurilla
que ocurrió con el jersey.

Los Borrachos, a coro





Aunque non fuese al evento,
fabrá poco que decir
si sólo quedó contento
el que se largó de allí.

Que de ustedes, non sé nada.
De Alegría, sé que huyó.
Mas ni una sóla palabra
de todo el que se quedó.

¿Que farían vuesas mercedes
para haber de desterrar
su memoria de sus mentes
è nunca más recordar?

Díganlo, pues non recuerdo
que contaran ni palabra
salvo criticar al muerto
aún tachándole de rata.

È la cosa me preocupa,
pues estando Miguelito
algo pasaría sen duda
digno de un buen chascarrillo.

Venga, cuente, perillán,
è non quede en incitarme
que en el arte de citar
en plaza, no hay quien me gane.

DonSaulo, a puertagayola





Mire, Saulo, usté ya ha estado
en alguna dèstas juergas
emagine que ha pasado
è después glose la nuesa.




DonÁlvar, ensistiendo.





Parco el pase de muleta,
è tan corto se quedó
que cornada è voltereta
se merece el vueso error

Yo ya estuve è las glosé
puntual è una por una
desde ElDoble al Pub aquél,
con cubata o aceituna

Si yo iba, de Araceli
se fablaba o de cartones
è glosábamos del Deivin
memorables actuaciones

Mas si falto, no hay cronista;
se reunen veinte ojos
mas nenguno tiene vista
cuando sólo estáis vosotros

DonSaulo, ahora quejoso






Vaaaaaale

Non estuvo el Miguelín
mas si vino el tal Simón
que le pegó al botellín
y luego también al ron.

Se perdió el Alegría
cual rata desorientada
pero Angulo sonreía
presa ya de la tajada.

El Rodri, que se pasó
con los dobles de cerveza
cuan las copas se marchó
a casa con presteza.

Non podremos olvidar
el paseo que López dio
para aparcallo, al final,
donde antes lo sacó.

Hubo variados regalos,
dádivas è presentes:
espada en forma de falo
è tarjetas repelentes.

En estas que el homenajeado
de repente se esfumó.
Abducido è secuestrado
por efluvios del acohol,

olvidose la zamarra
de color rojo bermejo.
Fue por culpa de la farra
è de huir como un conejo.




DonÁlvar se lanza al ruedo





Olvidòse de contar
el episodio de las gafas
ocurrió despues de mamar
y del paseo de marras

Angulín le arrebato
las antiparras al Rodri
y despues se las cedió
al camarero de estranjis.

Creo que sucedió asín
mas non me hagais mucho caso
pues largo me afectó a mí
ingerir vaso tras vaso




DonSimón, cual espontáneo





Vive Dios que ni en mil años
si el tal DonSaulo viviera
que a su cita respondieran
ambos dos, habría esperado.

Aclarado queda el tema
de poqué non hubo glosa,
agora entiendo la cosa:
el que non vió, non recuerda.

¿Acordaron devolver
al contertulio DonÁlvar
las ocultas antiparras
a la hora de volver?

Lo que hubiera acaecido
comprendo non recordara
(salvo el rumor de "La rata
se nos antoja que ha huído")

Aún así con esta banda
mejor non llevar lentillas
pues robarían sus pupilas
en ausencia de antiparras




DonSaulo, se va lanzando





Por supuesto amigo Saulo,
y en respuesta a su pregunta
creo que fue también Angulo
quien le devolvió gafa y funda

no obstante no fue eso todo
pues para su admiración
no fueron las que traía
sino otras de cotillón

DonSimón, desmelenado





Ya me emagino a Don Álvar
con antifaz embozado
en llamando a la su casa,
pues las llaves ha olvidado.

Ya me emagino a su madre
que se asoma a la mirilla
è gritando que apalanquen
el portón a la familia.

Ya me emagino al mentado
explicando al policía
que las gafas le han robado
sentado en comisaría

Ya me emagino.... ¡diantres,
que yo también llevo dèsas!
Olvidáos de mí, tunantes,
si váis a tomar cervezas.

DonSaulo, horrorizado







Me prestaré, resignado,
a facer glosa é coplilla
del evento, aunque quedamos
en que paguéis otro día:


De roedoris fugit

Allí fue DonÁlvar (Rodri),
Angulo è también Carlitos,
el Alegría y el Deivin.
Non figura Miguelito.

De presentes van cargados:
es día de despedidas
pues Javi se disponía,
como rata, a abandonallos.

Le entregaron los regalos:
primero una espada láser
para que les recordase
pasando muy buenos ratos.

Era la espada retráctil,
o mejor dicho extensible
pues encogida se sirve
è aumenta con gesto fácil.

Ya emaginarán vuecencias
los usos que prometía:
formóse una algarabía,
derramáronse cervezas.

El segundo, una diana
y el deseo de que esta vez
fuera meior al lebrel
è con la empresa acertara.

El tercero fue un muñeco.
Como una premonición,
"¡Es una rata!" - gritó -
el alegre bandolero.

Con este ritmo pausado
fueron cayendo los dobles:
"¡Bébelo deprisa, hombre,
que el resto hemos terminado!"

Con aquello de que "paga
la siguiente el Alegría"
otra ronda se pedían
apoyados en la barra.

Flotaban los pepinillos
anchoas è cebolletas
entre mares de cerveza
en las tripas de los cinco.

Alguien dijo: "Hay que comer.
Que si non comemos nada,
estaremos mal mañana."
(Cual si pudiese estar bien)

"Vámonos al bar de al lado,
que en éste no tienen tapas."
(gritando "el último paga"
salieron escopetados)

Entraron en el local
è pidieron las raciones.
Se pidieron otros dobles
para que puedan pasar.

Canturreaba la tropa:
"Paga el ojomeneado"
al camarero llamando
è pidiéndose otra ronda.

Al cabo de cien cervezas
salió la rata por pies
en dejando su jersey
olvidado en la carrera

Parece cosa de brujas.
¿Do se marchó? non se sabe.
Mas su foto está en los bares.
bajo un cartel de "Se busca"

DonSaulo

miércoles, 29 de marzo de 2006

Un cadaver mutilado por la lepra

Además de sus coplillas,
tiene Saulo algunas veces
unas cosas que estremecen,
como aquesta hestoria antigua:




La lepra mutiló a aquél que, cadáver,
la peste abandonara en esa esquina
iluminada por una luz mortecina
que emitía la farola de mi calle.

Aún dudo si bajé a examinarle
reclamado por su mirada sin vida,
llamado por su boca sin encías
o urgido por su rostro horripilante.

Me aproximé para ver si aún vivía.
Hundidos en un rostro impenetrable,
sus ojos pareció que me seguían.

Los harapos le libraron del pillaje.
Calado, bajo aquella lluvia fría,
pasé largo rato sin tocarle.


La peste sobre Roma se cernía.
Cubrí mi rostro antes de inclinarme
a observar aquel cuerpo que horas antes
la vida por sus venas recorría.

Busqué su muñeca para tomarle
el pulso por si aún hallaba vida.
Sentí como su piel se desprendía
al rozar mi mano con su carne.

Aterrado salté mientras oía
un sonido desde su pecho escaparse.
Quizás un postrer hálito de vida,

Un estridente grito abominable,
que mis oídos hiriente percutía
chirriando en mi cabeza, insoportable.


Sentí cómo me desvanecía.
Mis venas vaciándose de sangre.
Todo el vello de mi cuerpo vi erizarse
a medida que en la oscuridad caía.

Pasados unos eternos instantes,
me desperté al sentir que me cogían
de una pierna y que el pie me retorcían
intentando de mis botas despojarme.

Con horror descubrí que no veía.
En vano intenté incorporarme.
Algún enorme peso lo impedía,

los brazos no podían ayudarme;
aunque intenté gritar nada se oía,
pues mi pecho no podía tomar aire.


Noté como un estremecimiento.
Con los ojos aún cegados por la sangre,
pude oír un sonido chirriante
y sentí iniciarse un brusco traqueteo.

Por efecto del extraño movimiento,
comenzó a moverse aquella masa infame
y mi testa comenzó a liberarse
del pesado lastre que me tenía preso.

Cuando pude, por fin, acostumbrarme
a la escasa luz de aquel lugar siniestro,
mi mirada comenzó a revelarme

el horror que ello encerraba: estaba siendo
trasladado en un carro por la calle
aplastado bajo el peso de los muertos.


Renové horrorizado mis lamentos
apresado por aquella masa horrenda,
a medida que cedía mi ceguera
pude percibir aquél cráneo siniestro:

De sus labios, aún el hedor del aliento
emanaba desde aquella boca abierta,
que dejaba caer en mi pechera
su saliva de un fluido gris e infecto.

Conseguí librar un brazo de su presa
en un último y desesperado esfuerzo,
golpeando a los difuntos con mis piernas.

Empujando, conseguí sacar mi pecho
arañando aquellas ropas harapientas
y sintiendo el crujido de sus huesos.


Intenté subir y alzarme vacilante
sobre aquella montaña de desechos
trepando sobre cráneos y esqueletos,
resbalando por la masa repugnante.

Salté de la carroza espeluznante
topando con mis huesos contra el suelo.
Siguió su senda el siniestro cortejo
perdiéndose en la noche en un instante.

Calado por la lluvia hasta los huesos,
descalzo, lívido y tambaleante
me oculté debajo de un alero.

Descansé a su abrigo unos instantes.
Escuchando aquel fatal cascabeleo
e impregnado de un hedor inenarrable.


Me encontraron siendo bien entrado el día,
Vagando enloquecido por las calles.
Sin rumbo y azotado por el aire,
Aullando como un lobo a su jauría.

Desde entonces, su sonido insoportable
insomne cada noche me visita.
Los muertos desde las sombras me incitan
Instalándose en mi cráneo, abominables .

Desde el fondo de sus cuencas vacías,
Ajenos a mi súplica implorante,
Sus inmutables ojos me vigilan.

Testigo del terror de aquel instante,
Recuerdo de siniestra alegoría,
Es mi cabello cano, oscuro antes.